GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

6 de Septiembre de 1956

TOMÁS MALDONADO, PROFESOR EN LA ESCUELA SUPERIOR DE LA FORMA DE ULM

Por Germaine Derbecq


Tomás Maldonado, profesor en la Escuela Superior de la Forma de Ulm


La biografía de Maldonado nos enseña que no es solamente un pintor y un dibujante, pero también un publicista, autor de escritos teóricos, miembro fundador del Grupo de Arte Concreto, director de la revista “Nueva Visión”, y que fue llamado en 1954 como profesor en la Escuela Superior de Dibujo —o de la Forma— de Ulm, cuyos programas tienen por objetivo el de desarrollar una nueva cultura coherente, en armonía con nuestra época tecnológica. Además, desde hace algunos meses, preside el consejo de profesores de esta Escuela.


Lo que la biografía no nos dice es la visión y el espíritu crítico constructivo que son característicos en este nuevo artista. Todavía más, una cultura verdadera y extendida, una mente reflexiva y filosófica, una rica sensibilidad y una imaginación que lo salvan del frio intelectualismo y del dogmatismo. Su personalidad se liberó enseguida con un relieve particular cuando entró en disputa en 1947, con una pintura concreta. Una actitud sin equívoco. Lo que Maldonado dijo un día sobre el arte concreto es exactamente lo que se puede decir de sus pinturas: “Están saturadas de ideas que les transmiten sutilmente su contenido a los espectadores, ya que en realidad se trata de eso. Exaltan el racionalismo y la fe en el poder de la invención estética, comunicando, como otras manifestaciones, no los estados morales de renuncia o de angustia, pero de alegría y de voluntad constructiva”.

abemos que las escuelas de Bellas Artes esclerosadas demostraron, desde hace ya mucho tiempo, que son no solamente inútiles, pero nefastas a pesar de los tratamientos rejuvenecedores que se les hizo padecer tanto en Francia como en otros países. Tratamientos superficiales que no sirvieron más que para reafirmar un academicismo de izquierda, que no era necesario.

Si Ingres fue el último gran pintor de formación académica es que, como ya lo dijimos, “la naturaleza violentó al pintor”. El hecho que Cézanne fue rechazado de la Escuela de Bellas Artes de París por el motivo que “pintaba en exceso”, indica la actitud beata y gregaria, los estrictos criterios de esta docta institución. La única reforma integral de la Escuela de Bellas Artes que podría ser válida, siendo por el momento un poco realistas, es una organización cultural y técnica, como la Escuela de Ulm, con vistas amplias, bien ancladas en las corrientes de ideas y en las realidades de sus tiempos, con la mirada puesta hacia el futuro, esa es la sola eficaz.

Es seguramente a Alemania que le llegará el mérito de haber creado las Escuelas de Arte Decorativo y la de Arte Aplicado, cuyas búsquedas experimentales han brillado en el mundo entero. Desde 1980, en Múnich, el problema de la forma estaba en el primer plano, en 1900, el arquitecto belga Van de Velde organizó las Escuelas de Arte Decorativo de Weimar, en el que era cuestión del poder representativo de la línea y del poder que tenía para expresar la sensación.

Es con la Bauhaus de Weimar, fundada en 1918 por Gropius, que fue planteado claramente el problema de la enseñanza de las artes con un objetivo nuevo: hacer concordar las necesidades artísticas con las necesidades industriales y la estandarización. Alejarse de las formas tradicionales, no por originalidad ni por deseo de modernismo, pero por estricta deducción de los problemas planteados. Una formación artesanal que debía triunfar del amoldamiento académico y una sección artística en la que profesaba Kandinsky, que metía el acento sobre lo espiritual en el arte, cuando Klee insistía sobre la creación a la manera de la naturaleza y no de acuerdo con ella.

Si la Escuela Superior de la Forma de Ulm puede ser considerada como una continuación del Bauhaus de Weimar y de Dessau, es en su espíritu, ya que no solamente difiere, pero hay una ruptura con las antiguas preocupaciones. A pedido de la cultura moderna, siguió un contenido moral de la creación, “la obligación de crear formas, ya sea para el uso o para la percepción estética, que sean formas libres y responsables”. A la expresión de sí mismo, fue sustituida la vigilante inteligencia creadora. Y, sobre todo, se trata ahora de preparar los equipos para la segunda revolución industrial: el automatismo, “un momento crítico en las relaciones del hombre y la naturaleza, del hombre y la máquina”. Preparar personalidades que pueden reaccionar eficazmente en el ámbito del creador del producto industrial. La Escuela de Ulm no pretende responder a todos los problemas que se va a plantear el desarrollo de las técnicas, pero puede resolver algunos. A diferencia del Bauhaus, en esta escuela no se aprende pintura ni escultura. Sabia determinación, dejando el campo libre a la creación individual estética, las bases dadas en los cursos fundamentales garantizando una autenticidad en las búsquedas. Estos cursos comprenden, más allá de los de comunicación visual, la información: fotografía, tipografía, cine, radio, televisión, etc., el dibujo industrial, cursos de cultura general: sociología, economía política, psicología, historia general e historia del arte. Una institución profesional que se relaciona con los problemas de la vida actual.

Maldonado fue invitado en julio pasado por el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro para la presentación de una exposición de trabajos y para la organización de la Escuela de Ulm (el Museo tiene la intención de crear una escuela similar). Pronunció también las conferencias en las que se extendió explícitamente sobre el curso de iniciación visual que comprende, entre otros, la teoría de la simetría, la de Gestalt, la semántica y la pragmática visual. En Buenos Aires, brindó una conferencia en la Facultad de Arquitectura sobre “La educación frente a la segunda revolución industrial”.

No es necesario insistir sobre las amargas reflexiones que cada uno puede hacer pensando que son dos países extranjeros que supieron reconocer las excepcionales calidades de Maldonado. Intentemos ser optimistas y constructivos a fin de no ver más que el lado positivo: Maldonado, uno de los primeros pintores argentinos, sin dudas el primero, que fue llamado como profesor en una escuela de arte plástica europea.


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