GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

13 de Septiembre de 1956

EL 350º ANIVERSARIO DE REMBRANDT

Por Germaine Derbecq


El 350º aniversario de Rembrandt


El Museo Nacional de Bellas Artes hizo venir especialmente de Nueva York un cuadro de Rembrandt, que es presentado en una sala de pinturas holandesas del siglo xvii, para conmemorar el 350.a aniversario del nacimiento del pintor.

La famosa luz misteriosa y dorada de las pinturas de Rembrandt —destellos del arenque ahumado, decía Théophile Gautier— pronto será únicamente una leyenda. Cuando hace unos diez años se limpiaba la célebre pintura La ronda de noche, y que fue quitado medio centímetro de la suciedad y del barniz secular que la recubría, se descubrió con estupor que esta ronda de noche era una ronda de día: la tonalidad general se había vuelto clara y los colores vivos. Muchos se indignaron, gritaron antes la profanación, afirmando incluso, sin reír, que Rembrandt había podido especular sobre esta transformación químico-artística del tiempo, y que era por lo tanto un sacrilegio no respetarlo. Una vez más se confundía el espíritu con la materia, los juegos del azar con los de la conciencia, el aspecto con la estructura. Las obras de Rembrandt no serán menos granes ni menos misteriosas sin el maquillaje del tiempo, los méritos no residen dentro del “polvo de sombra y oro”, sino que en la auténtica inteligencia plástica del pintor.

Hoy tenemos un poco la tendencia de atribuir la creación artística a causas supernaturales. No un asunto más que del subconsciente, de escritura automática, de “rechazo”, de paraísos artificiales, cuando sería mucho más justo poner el acento sobre la inteligencia plástica del artista y su consecuencia en la técnica.

A nadie se le ocurriría la idea de buscar de donde viene la inspiración para un ingeniero que debe crear una nueva forma de avión. El artista, como el ingeniero, es un técnico. Los datos de estos problemas son las constantes plásticas: los ritmos, la armonía, las relaciones, los contrastes, etc. Y los elementos que utiliza: las formas, los colores, las líneas, los signos, etc.: El éxito dependerá de una conciencia lúcida, de una atención sostenida, de un sentido crítico despierto, de un trabajo constante, de esfuerzos perseverantes —de los cuales incluso los artistas con genio no están excluidos—. Especulación puramente mental, en la cual la intención y el instinto participan, pero en la misma medida y en el mismo título que participan a la edificación personal de cada vida, a la técnica de cada existencia. Ni más ni menos. El siglo xvii fue la Edad de Oro para la pintura holandesa. La Reforma había desviado a los artistas del camino a Roma, una vez la independencia adquirida, afirmada la conciencia nacional. No más rey, no más príncipes para servir, no más palacios para decorar, solamente ricos burgueses para satisfacer y para retratar. La técnica del pintor holandés será realista, pintará sus interiores, sus paisajes, dos siglos por delante sobre la pintura europea, que no se deshizo del academicismo más que por etapas.

Rembrandt fue también realista, pero aportó su estilo, resultado de su técnica. Loco de luz, la luz fue el fundamento de su estética. Para expresarla, compuso sus cuadros y sus grabados con masas de sombras y claros, integrando sus personajes y sus temas en esta idea preconcebida de claro-oscuros, modelando con el color dentro de la luz, no delimitando los contornos de los personajes, de los objetos, de los árboles, incrustándolos en el fondo por “pasajes”, creando de esta manera una unidad, una profundidad, un espacio.

El cuadro que presenta el Museo, Isaac bendiciendo a Esaü, es un problema pictórico sin complejidades. Es sin dudas una obra de juventud. La composición muy simple, repartida clásicamente un tercio de luz por tres tercios de sombra. La luminosidad no está atenuada por el modelado de la cabeza de Isaac, en los tonos claros y cálidos que hubieran podido ser pintados por Renoir, y el cubrepiés rojo con flores por Matisse. El negro de la cabellera de Esaü, integrado en la parte oscura aporta vigor y una profundidad constructiva. La realización moderna de esta pintura es chocante. Muchas academias llamadas modernas no enseñan otra cosa, desde hace treinta años, más que los principios pictóricos ilustrados por Rembrandt. Pero no es de esta forma que se puede perpetuar la tradición, a lo sumo el oficio. Son los impresionistas que respiran por cuenta propia la búsqueda de la luz, pero esta vez por el color. La ciencia les había dado los medios con el descubrimiento de la disgregación de la luz y los trabajos de Chevreul y de Helmholtz sobre los complementarios. Los contrastes simultáneos, o modificaciones mutuas de la línea y del plano, fundamentales en las obras de Rembrandt, fueron demostradas más tarde por los mismos sabios. Los cubistas, en sus experiencias analíticas, retomaron este principio, luego de Cézanne, para descomponer los volúmenes en planos, cada plano está precedido por un contraste.

El gran artista, el genio, que se reconocen por su manera de conquistar su técnica. Que no la toman prestada a nadie, que componen para ellos, a través de ellos, con el contacto de la vida y de las obras de sus predecesores. Amparándose a veces en recursos más heteróclitos, en las sugerencias más inesperadas, transformándolas para su uso personal, que es la expresión de su estética.


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