LE QUOTIDIEN
7 de Mayo de 1957
¿PUEDE HABER TODAVÍA ESCUELAS DE BELLAS ARTES? | VEGA EN GALATEA
Por Germaine Derbecq
¿Puede haber todavía Escuelas de Bellas Artes?
Nadie ignora que, desde hace tiempo, las Escuelas de Bellas Artes atraviesan una crisis muy grave, que por momentos parecería apaciguarse bajo los efectos de algunas modernizaciones exteriores para exasperarse de nuevo ante el mínimo pretexto.
En Argentina, la desobediencia resuena desde hace dos años. No es seguro que los alumnos del Bellas Artes sepan exactamente lo que quieren, pero lo que es certero es que quieren otra cosa. Las pinturas, las esculturas, las revistas, los libros o los descubrimientos científicos les han mostrados el horizonte que coincide con las intuiciones estéticas de algunos de ellos. Estos luchan para que se les den programas más adaptados a las exigencias del momento y profesores capaces de aplicarlas. Otros, por su lado, persiguen objetivos prácticos: diplomas universitarios, facilidades de inscripción, colaboración de los alumnos en la gestión de la Escuela, así como en las cuestiones de educación.
“Controladores” de comisiones han activamente trabajado para establecer proyectos de estudios que serán probados este año. En primer lugar, estas escuelas no serán más la Escuela Nacional de Bellas Artes sino la Escuela Nacional de Artes Visuales. Lo que podría indicar una voluntad pedagógica característica. Cursos nuevos confirman esta intención: Pragmática Cultural del Dibujo. El Diseño de Equipamiento (muebles, utensilios), Diseño Gráfico y Publicitario, Tipografía, Composición, Técnica del Material, Semántica, Planimetría y Estereometría, etcétera. Sin ninguna duda los artistas que establecieron los planes de estudio poseen los conocimientos requeridos para tratar estas cuestiones. Sin embargo, sus programas no son satisfactorios, sobre todo para aquellos que querían una renovación. En lugar de la reconstrucción esperada, encontramos simplemente un cambio de revoque.
Es cierto, el pasaje del espíritu del Bellas Artes al espíritu del Arte Visual es difícil de lograr de una sola vez. La estructura del Bellas Artes, que es tan anticuada, y a causa de esto, tiene un gran número de partidarios, todos aquellos por los que el mundo no se transforma, los que por ignorancia faltan de juicio o de sensibilidad, los que atraviesan la vida con antiojeras. Para convencerse, es suficiente con visitar las exposiciones oficiales y particulares, leer los artículos y las críticas y considerar que los grandes cuerpos constituidos, las municipalidades, la Iglesia y el Estado, en definitiva, son los fervientes admiradores y los fieles clientes de los artistas académicos tradicionales o modernizantes.
Si el academicismo actual no es exactamente el vulgarismo floreciente del siglo xix y buena parte del siglo xx, si se superpusieron fórmulas realistas o impresionistas a este academicismo y si, con cincuenta, treinta o veinte años de retraso, la Escuela de Bellas Artes reunió los recursos abandonados por casi todo el mundo, se amparó de técnicas que fueron buenas para quienes las habían inventado, sin ver que ya estaban desvitalizadas para los otros a fin de establecer las leyes, y edificar dogmas mas acordes al gusto de moda, estableciéndolas sobre estos cementerios, es que no mejoró nada, incluso empeoró. Desde hace unos cien años, su inutilidad es proverbial y es grande su maldad. Maldad por haber otorgado una importancia primordial al oficio —una habilidad manual— en detrimento de la técnica —un medio intelectual— en el momento de permitirle al artista expresar su estética. Y como es por el fruto que se conoce al árbol, se desconoce de esta manera que la expresión plásticas es un mecanismo muy sutil de la percepción, una intuición de las relaciones del mundo y del hombre, un psiquismo y un estado de conciencia particular.
A pesar de eso, no había que suprimir las escuelas y menos aún rejuvenecerlas superficialmente. Había que dejarlas morir por una causa natural, si es que ese era su destino, y crear al lado una verdadera Escuela de Artes Visuales.
Escuela que no tendría como objetivo principal —como la Escuela que se acaba de crear— el de aprender a realizar bien un cuadro, modelar correctamente una escultura —las pinturas y las esculturas serían solamente una consecuencia de la enseñanza que sería brindada para otro objetivo—, su meta y su misión serían la de formar técnicos de la forma, conscientes de los problemas de la vida actual. Técnicos, en el sentido más amplio que supone generalmente este término, con vastos conocimientos prácticos y teóricos, pero sobre todo estéticos, filosóficos, psicológicos, científicos, sociológicos e históricos que les permitiría considerar los problemas que hay que resolver bajo todos los puntos de vista, y esto, independiente de todo juzgamiento, con un espíritu crítico precavido y fantasioso al mismo tiempo y una capacidad creadora alerta. Los jóvenes, al salir de esta Escuela, estarían aptos para colaborar eficazmente con la edificación del nuevo mundo que nace bajo nuestros ojos, creando formas y objetos para la industria, el comercio, la publicidad, etc. y, lo que es importante, con el sentimiento de su propia responsabilidad. Incluso, estarían listos para afrontar las consecuencias de la segunda revolución industrial: la automatización que sin lugar a dudas será un hecho adquirido dentro de veinte años.
Sabemos bien que no son las Escuelas de Bellas Artes que serán capaces de realizar esta tarea. Tampoco, incluso, las Escuelas de Artes Visuales de la manera que acaban de establecerla. No nos queda ahora más que esperar un mecenas de gran corazón y de mente abierta para realizar, en Argentina —como se hace en otros lados—, esta hermosa obra: una verdadera Escuela de Artes Visuales.
Las exposiciones
Otelma Vega en Galatea
Para la primera exposición de esta joven artista, cada uno se maravilla de su precocidad y del oficio que ya posee. No hay nada por lo que alegrarse, el oficio en los jóvenes no anuncia nada bueno. Sin embargo, ella podría tener algunas cosas para decir. Captó bastante rápido las enseñanzas de sus profesores y enseguida intentó expresarse. El discurso es torpe, la ejecución no lo es, el estímulo interior es interesante. Si logra darle una forma a este impulso y a esta necesidad de comunicación, sabiendo que, para llegar a hacer arte, los que no son más niños y tampoco primates, debe realizar la síntesis de muchos factores perceptivos, sensitivos, intelectuales, etc. Entonces, se podrá decir que es una artista precoz.