GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

14 de Mayo de 1957

ACADEMISMO DISIDENTE Y ARTE ABSTRACTO | BRUSAU EN PLÁSTICA

Por Germaine Derbecq


Academismo disidente y arte abstracto


“Las pinturas de la exposición de Arte Francés de la Galería Velazquez y las de 14 Pinturas Abstractas de la Galería Galatea no valen una más que la otra. No son más que un academicismo de derecha y un academicismo de izquierda”. Es lo que declararon artistas que, por supuesto, no pertenecían a ninguna de las dos tendencias. Su juicio severo no es muy exacto; es fácil explicar el porqué.

Es imposible tener, previo a la obra de arte, un sistema bien establecido, aunque, por otro lado, es fácil descubrir las cualidades técnicas que presidieron a su elaboración luego de su realización, y de esta manera situarla en la escala de valores.

La técnica es el punto fundamental, el único terreno firme para juzgar el valor plástico de una pintura o de una escultura. Nada de técnica o técnicas definitivas y catalogadas, sino la que cada artista encuentra para expresar su estética. Sin confundirla, como suele pasar a menudo, con el oficio, que es un medio manual, mientras que la técnica es un medio intelectual.

Si visitamos la exposición de la Galería Velázquez que, bajo el título tentador de “Arte Francés”, presenta paisajes, “ventanas abiertas ante la naturaleza” en general, con una tendencia pseudo impresionista, que fue hace más de cincuenta años la de algunos tránsfugas de la Escuela de Bellas Artes, ¿Podemos descubrir una técnica en las obras de estos pintores? Ciertamente no, el oficio reina y es a menudo mediocre.

Para situar el nivel plástico de esta exposición, será necesario saber que un paisaje de Henri Martín, pintor “renegado” del Bellas Artes como lo llamaron en el Salón de 1889 los fieles de las reglas de la Escuela, es la atracción principal de la exposición. Es posible acordar a Henri Martin cualidades pictóricas apreciables e incluso talento, su arte no es de ninguna manera la de un creador. La composición, el dibujo y el espíritu son tradicionales, la yuxtaposición de los tonos puros para recrear sobre la tela una mezcla óptica no es en su caso más que un proceso mecánico. ¡Qué diferencia con el neo impresionismo de Seurat!, que tiene una verdadera técnica. Es que Seurat encontró recursos nuevos y enormemente plásticos, como los que le permitieron expresar la profundidad, sin tener que agujerear la tela, considerando a todas las líneas, a todos los límites del plano, como el extremo de un ángulo en el que vienen a enfrentarse la sombra y la luz. Seurat es un creador y sus pinturas, poco numerosas ya que falleció prematuramente, son todas obras maestras. Sin dudas, las 14 Pinturas Abstractas de la Galería Galatea no han encontrado ellas tampoco una técnica personal —hay incluso en un siglo solo unos pocos elegidos—, sin embargo, no caen en el cliché y no se hunden en el oficio. Imaginando y superponiendo situaciones plásticas particulares, entraron en el ámbito de la invención y se encuentran sobre el camino de la creación.

Cuando Álvarez y Villalba, pintores de tendencia concreta, registraron sobre un fondo de tonalidades uniformes —sugiriendo un espacio— una forma geométrica simple, rectángulo o cuadrado, afirman este espacio y, superponiendo líneas muy finas, claras y oscuras, introdujeron otra sugerencia de planos y, al mismo tiempo, su desplazamiento. Este movimiento sugerido define el tiempo. Otros como Jonquières y Towas evolucionan entre las manchas y el arte concreto. Aportan, ellos también, una necesidad suficiente de superación para que sus obras estén lejos de dejarnos indiferentes. Lo mismo con Sakay, relacionado con las manchas caligráficas, que practica desde hace algún tiempo con búsquedas que lo clasifican como un pintor de calidad.

Esta importancia otorgada a la técnica va sin dudas a incitar a algunos, e incluso a varios, a concluir que a la obra de arte actual le falta trascendencia. Sería una interpretación errónea y facilista. La técnica fue siempre la piedra fundamental de toda gran obra de arte trascendente en el pasado. No es indispensable representar vírgenes y maravillas para que una transmutación actúe. Una manzana de Cézanne, los zapatos de Van Gogh, los cuadrados de Mondrian lo prueban. Pero es indispensable que una técnica personal esté presente.

Ocurre que la técnica no está sola, está asociada a la expresión de la estética del artista: su mundo interior, percibido intuitivamente, misterio en sí mismo, y de sus relaciones con lo desconocido que lo rodea. Es el medio de esta expresión. Que los que hablan de la deshumanización del arte actual lo piensen un poco.

Para los artistas que quieren continuar a practicar un espejismo y un parecido, no hay dudas de que hoy se encuentran en un impasse, admitiendo que se preocupan de cuestiones plásticas, lo que no es el caso de los artistas de la Galería Velazquez. El arte figurativo no está necesariamente muerto, pero para obrar, el artista tiene que rencontrar situaciones plásticas completamente nuevas. Las experiencias, los descubrimientos, los logros, las certezas de estos últimos cien años no admiten una vuelta atrás: hay que ir obligatoriamente hacia adelante. Si nos atrasamos en componer un pasado con un presente, nos inmovilizamos, nos plantamos, y si paramos, estamos muertos. Es lo que les pasó a los paisajistas de la exposición de Arte Francés de la Galería Velazquez. Y, además, lamentemos que en lugar de obrar bellas y vivas, de las que hicieron la gloria del arte francés actual y antiguo, nos propongan pinturas de postales como “arte francés”.


René Brusau en la Galería Plástica


Podemos notar en las pinturas de esta exposición la influencia de dos artistas argentinos. Por un lado, Spilimbergo para las obras realistas, por otro lado, las de Pettoruti —el Pettoruti de su primera época— para las otras.

Pero las pinturas de René Brusau sobrepasan los recursos y las influencias, no son simples demostraciones de un oficio triunfante. Son las emotivas efusiones de un corazón de hombre, de una riqueza interior que anima los valores plásticos.

Su arte es franco, sano, sólido, inteligente. René Brusau era sin lugar a dudas de los que deberían encontrar un día su verdadera expresión plástica. El destino no le dejó el tiempo suficiente.


Le Quotidien