GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

11 de Junio de 1957

EXPOSICIÓN DE MIEMBROS DEL JURADO DE LA NUEVA ASOCIACIÓN “ESTÍMULO DE BELLAS ARTES”

Por Germaine Derbecq


Exposición de miembros del jurado de la nueva asociación “Estímulo de Bellas Artes”


¿Qué diría sobre esta asociación “Estímulo de Bellas Artes”, usted, Degas, que quería desalentar a los estudiantes de las bellas artes? En la historia de las artes plásticas de Argentina esta asociación jugó un rol en el primer plano.


Cuando Sarmiento decidió, como lo hizo Colbert, crear una Academia, envió a Italia al pintor Aguyari a fin de estudiar las bases de esta fundación, pero su mandato presidencial se terminó antes de que el proyecto pueda realizarse.

La idea abandonada en las altas esferas fue retomada por dos artistas que decidieron crear un centro artístico que sea el lineamiento de esta academia. Es de esta manera que en un local poco apto para semejante tarea se instaló en 1878 la asociación “Estímulo de Bellas Artes”, pero no fue hasta 1905, y luego de muchas desaventuras, de muchos sacrificios, de desintereses por parte de directores y profesores que la Academia fue finalmente fundada, mientras que la Sociedad madre continuaba sus actividades, de las cuales la más importante era la educación artística: la enseñanza del dibujo, de la pintura, del grabado y de la escultura. Talleres instalados en un pasaje llamado en ese momento “Le bon marché” —actualmente Galería Pacífico— estaban abiertos a jóvenes artistas. Un poco más tarde, cuando se construyó la avenida Córdoba, la Municipalidad donó a la sociedad un terreno admirablemente situado en la esquina de la calle Maipú, en donde fue edificado un gran local que comprendía no solamente los talleres, pero también las salas de exposiciones, lo que en esa época era una innovación. Pero las instituciones envejecen, ellas también; de todas maneras, artísticamente, esta nunca había sido joven. Alineada sobre una tradición académica, no supo renovarse. Con las nuevas generaciones, había perdido todo el prestigio.

Desde 1955, un nuevo comité se esfuerza para darle una vida. Para esto, será necesario mirar decididamente hacia el futuro. Sin embargo, la actual exposición presentada como la de los miembros del jurado de la asociación no es una feliz idea. Traiciona el viejo espíritu bellas artes, que no está más que aletargado, no tranquiliza sobre las intenciones, los objetivos, el programa de nuevos dirigentes. Los nombres y las obras de artistas de esta exposición indicaban lo suficiente la orientación artística de los nuevos miembros. Y luego esta tan desagradable cuestión de los jurados es una situación obligada más que aceptada; es por lo tanto mejor no darle importancia, considerando que, en esta exposición, si la escultura se defiende bastante bien, la pintura no es muy satisfactoria y el grabado no lo es del todo. En la sección escultura, un error de presentación desnaturaliza una obra. La estructura de hilos rígidos negros y blancos de Althabo debe poder mirarse desde todos los ángulos, ya que lo que importa es ver como esta estructura recorta el espacio y crea formas. Presentándola contra la pared, destacándola sobre un papel rosa claro, no se trata más de una escultura, sino de una agradable pintura.

La construcción estructural de Blaszco, si no es aérea como la de Aldhabe, no es menos interesante. Se presenta entre dos planos que se responden y se complementan siguiendo un proceso geométrico más intuitivo que realmente analítico, pero simple y lógico, con un efecto monumental que no busca gustar, sino convencer.

Las intenciones plásticas de Noemie Gernstein, que dio muchas veces prueba de la comprensión de su escultura, podrían situarse en el lado opuesto del de Blaszco. Esta artista se propone ejecutar más un tema de la escultura que desarrollar una idea plástica. Su escultura pájaro-hélice, suspendida como una araña en el extremo de su hilo se ve mal. Para semejante presentación, es necesario preparar un ambiente.

Curatella Manes expone la maqueta del altorrelieve para el hall del vestíbulo del Pabellón Argentino de la Exposición Internacional de París, en 1937. Cuando se le encomendó a este escultor un mapa de Argentina, aceptó el desafío y ejecutó un altorrelieve de más de veinte metros cuadrados, con un lirismo “constructivista” nuevo en su obra, expresando por planos-volúmenes una topografía de la Argentina aproximativa. Para los que esperaban uno de esos planos decorativos agradablemente decorados con dibujos enumerando los productos y las riquezas del país, fue una decepción, para los artistas fue un logro.

Hay también un retrato de mujer, de Labourdette, una escultura pictórica de una calidad sensible bastante rara. De Macchi, un busto del cual la idea preconcebida de deformación, resultado de muchos trabajos anteriores, podría orientarlo hacia la abstracción. Y la madera tallada de Josefina Zamudio, que quiere ser una expresión de arte bruto.

En cuanto a los pintores, podemos nombrar a Álvarez, Luis Barragán, Centurión, Cogorno, Di Segni, Goijman, Krasnopolsky, Marti, Moraña, Pierri, Presas y Venier que son en general similares a ellos mismo. Señalemos la pintura de Villalba, un teorema forma-color-espacio-tiempo demostrado con mucha inteligencia. En los grabados, el oficio reina como maestro. Un oficio rejuvenecido, sirviéndose de todas las recetas y de todos los inventos para los nuevos grabadores, pero sin excusas estéticas, utilizadas solamente con maestría. No es suficiente.


Le Quotidien