LE QUOTIDIEN
20 de Julio de 1957
LAS EXPOSICIONES: GIO Y ARNALDO POMODO EN BONINO | BERNI EN WITCOMB | JONQUIÈRES EN RUBBERS
Por Germaine Derbecq
Las exposiciones
En Bonino: Gio y Arnaldo Pomodoro. Constructores-joyeros, de la dinastía actual de escultores-herreros.
En Witcomb: Berni. Un tímido realismo-socialista y colores agresivos.
En Rubbers: Jonquières. Dibujos luminosos por sus contrastes con las manchas de color negro profundo.
Los dos hermanos Pomodoro practican un arte escultural y constructivo muy cercano. No podemos decir que las obras de Gio son más sutiles o que las de Arnaldo son más poderosas. Tanto unas como otras son tan fuertes como delicadas. Podríamos señalar tal vez que Gio se inspira en las artes antiguas, mientras que Arnaldo fue impresionista por los mecanismos complicados de los autómatas. Para emitir una opinión habría que conocer el conjunto de realizaciones de estos dos artistas, lo que es difícil ya que son italianos.
Con metal realizan sus altorrelieves y bajorrelieves, cuya particularidad es que tienen a menudos dos lados. Experimentando profundamente la belleza del metal, su impecable frialdad, sabiendo respetar las exigencias, lo utilizan para fines plásticos que son al mismo tiempo abundantes en sugerencias poéticas y misteriosas. Mirando sus obras, la imaginación pasa fácilmente por toda la gama de recuerdos: Desde los instrumentos de tortura del medioevo, hasta las joyas de filigrana asiáticas, pasando por los mecanismos de relojería.
Sus fuentes de inspiración son múltiples. Empezaron en algunas construcciones, la superposición de planos al estilo de las primeras pinturas cubistas de Picasso y de Braque, y así como en las obras suprematistas rusas de Tatlin y de Jean Pougny, que fueron las consecuencias. Podremos sorprendernos que escultores que deben expresarse con las tres dimensiones solo utilizan dos. Es que retoman el principio de que una profundidad obtenida en una superficie equivale a una tercera dimensión. Algunos escultores actualmente siguieron sus búsquedas en este sentido. El italiano Lardera particularmente las efectuó por un cierto tiempo, hace ya algunos años.
Podemos también encontrar otras influencias: las de los sellos sumerios, las huellas de los cilindros de Suse, los pectorales precolombinos, para las construcciones espaciales, un neo plasticismo y varias más. Todo lo que se ha hecho no es desconocido para estos artistas, por eso utilizan sus conocimientos muy a conciencia al aportar soluciones propias. Los materiales espesos con los que recubren sus construcciones, una especie de alquitrán, es una verdadera piel que sirve para unir los diferentes elementos, intensificar los negros e iluminar los planos.
Notemos que el metal es cada vez más utilizado por los escultores modernos, y por lo italianos en particular. Sin embargo, el primer paso fue dado por españoles. Luego de las construcciones cubistas en metal impreso, Gargallo, luego González, utilizaron el metal, al igual que Picasso. Como los artistas que vivieron en Barcelona, que fueron los primeros que tomaron el metal para ejecutar esculturas, no sorprenderá a los que conocen el Museo del Hierro, situado en los alrededores de la capital de Cataluña. Este museo contiene extraordinarias colecciones de utensilio de hierro, los objetos más diversos, de los cuales la mayoría son hermosas realizaciones artesanales, a menudos con una riqueza plásticas que seguramente no dejaron indiferentes a los artistas tan avezados y sensibles como los que acabamos de nombrar.
La pintura de Berni se limita a un oficio tradicional irreprochable, es decir, una habilidad manual. Si se aleja, es para introducir colores agresivos que no se integran.
l fresco popular es su mejor logro. Cuando reúne diferentes humanidades sufrientes y niños de la calle, es con una simpatía real, bien utilizada por un oficio aguerrido en el ejercicio del retrato —que sabe muy bien simplificar—, lo que le permite experimentar con bastante verdad la miseria y sus estigmatizaciones. Involucra entonces en su pintura las intenciones psicológicas, moralizantes e ideológicas. Para ser sinceros, son expresiones muy próximas al arte realista socialista, a decir verdad, bastante tímidas, ya que Berni no abandonó toda la esperanza de ser un pintor. Se debate entre las obligaciones del militante de un sistema social y las veleidades de escaparse de la rutina del oficio pictórico tradicional, y evidentemente no sabe como salirse de este impasse. Los retratos muy aburridos que presenta en gran cantidad —en su mayoría femeninos, rostros de las provincias del norte de Argentina—no son ni emotivos ni plásticos.
Los dibujos de Jonquières son al mismo tiempo luz, color, ambiente, son dibujos de pintor. Ninguna abstracción por la línea, más una necesidad de profundidad, de pesadez, de atmósfera: un realismo.
El oficio es picassiano. El medio empleado: la pluma y la aguada de tinta china. Los hijos del pintor son el tema. Pero más que efusiones sensibles, más que una emoción sentimental, estos dibujos son juegos de técnicas que el artista admira, que experimenta, y que logra con honor, ya que sabe la importancia de las técnicas y penetra inteligentemente en el mecanismo.
En sus dibujos, como en sus pinturas, Jonquières no llegó todavía al don de él mismo. Será solamente ese día cuando podrá llegar a donde creemos que busca.