GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

6 de Agosto de 1957

TRES EXPOSICIONES DE ARTE EXTRANJERO

Por Germaine Derbecq


Tres exposiciones de arte extranjero


En Pizarro: Artistas británicos contemporáneos: Moore, Chadwick, Thornton, Meadows, Clarke, Armitage y Adams.


En Peuser: Artistas suizos contemporáneos – los más representativos: Max Bill, Bosshard, Brignoni y Fischer de la Asociación Blanco y Negro de Lugano.


En Harrods: Artistas americanos de los siglos xviii, xix y xx – Colección Fleischman.


Desde hace algunos años, ciertos críticos hablan del renacimiento del arte inglés. La palabra puede ser un poco fuerte, pero no seamos quisquillosos, sin ninguna duda hay en las obras de ciertos jóvenes artistas una savia nueva.

Es alrededor de 1910, a continuación de algunas exposiciones de arte moderno organizadas en Londres: neo impresionistas, futuristas, fauvistas, que tuvo lugar este despertar de la conciencia plástica. Despertar bastante tímido al principio, que tomó más tarde amplitud con el contacto de un movimiento más literario y menos plástico: el Surrealismo. Esto no es tan sorprendente. Este pueblo tiene una tendencia ancestral por lo oculto. Su voluntad artística se orientó menos hacia la plástica que hacia lo original y el sentimentalismo. El espíritu del movimiento actual, esencialmente romántico está muy cercano al gótico. Encontramos las formas con puntas afiladas, los vacíos más importantes que los volúmenes, el ritmo vertical que predomina, expresado por líneas a menudos exuberantes que tienden a evocar, tal vez, poderes sobrenaturales, pero que reflejan sobre todo una idiosincrasia anímica. Por suerte, el lirismo se apoya sobre una estructura, como si la razón aclarara el método científico de los monumentos góticos que fueron encontrados al mismo tiempo.

Aunque esta exposición presenta más proyectos y más ideas plasmadas sobre el papel que obras realizadas, nos permite comprender las intenciones de estos artistas, así como sus métodos de trabajo.


Henry Moore, uno de los más grandes escultores de nuestro tiempo está un poco al margen de este nuevo movimiento. Lo precedió, lo anunció. Más romántico que gótico, encontró el impulso vital de su arte en el arte precolombino. Sus esculturas, incluso de pequeño formato, son monumentales. Expresan un poder que aplasta, que subyuga.

Proveniente de varias generaciones de terratenientes y de trabajadores de las minas, Moore está como impregnado de las fuerzas telúricas. “Legitimar la materia” es su propia profesión de fe. Sin embargo, el espíritu está bien presente. Los huecos y las aberturas en los volúmenes fuertemente marcados les permiten a las formas representarse en el espacio. Podemos… FALTA UN RENGLÓN …de desarrolla en él la idea plástica partiendo de las formas femeninas monumentales. Es como una verdadera película de formas esculturales, a menudo recortadas en la luz, que se engendran con la misma complejidad, la misma exuberancia, la misma fatalidad que los arabescos y los volúmenes profundos que se suceden en las aguas impetuosas.

Chadwick es muy conocidos desde que recibió el Gran Premio Internacional de la escultura en la Bienal de Venecia. Recompensa que había sido otorgada a Moore en 1948. Este escultor no esculpe, forja el metal. Es de los móviles de Calder que tomó prestadas las ideas, luego, insensiblemente el mecanismo de las formas se organizó siguiendo su comprensión. Los móviles bajaron a la tierra y se posaron como animales fantásticos, puntas erizadas, en lo alto parados, pequeñas arquitecturas góticas recortándose en el claro de luna o morfologías antropoides.

Thornton cultiva también las formas agresivas, los ritmos perpendiculares lo sostienen. Sus dibujos con significado, en líneas espesas o finas, recrean una luminosidad mágica, fascinante.

Las acuarelas de Meadows parecen, a primera vista, indicaciones someras; en realidad son esculturas ya completamente organizadas.

Geoffroy Clarke es conocido por sus realizaciones de vitrales y de mosaicos con un estilo muy personal. No podemos juzgar aquí más que a través de reminiscencias de un Miró o de un Klee.

La originalidad de Armitage se puede presentir a través de dibujos de desnudos arbitrariamente vistos como relaciones de superficie, una especie de expresionismo geometrizante.

Adams es el más clásico del grupo, tradicional, el más abstracto.

Se les reprochó a los artistas ingleses moderno sus tendencias surrealistas. Hasta aquí, esta inclinación estuvo equilibrada por una armadura plásticas y es lo que nos tranquiliza. Que podamos esperarnos a que esta armadura desaparezca para no guardar más que lo pintoresco es probable, pero estas profecías pesimistas no pueden perjudicar el presente.

Según el prólogo del catálogo, “Negro y Blanco de Lugano” es una manifestación colectiva en el que todas las técnicas se inspiran por una mente con amplia libertad. ¡Por desgracia!, diremos nosotros. Las exposiciones organizadas en el extranjero con este criterio no pueden ser más que ineficaces. La elección es fundamental con una idea preconcebida bien determinada. El prólogo dice también: “Es bueno hacer conocer a los artistas menos conocidos que Le Corbusier y que Paul Klee, quisiéramos que se entienda de esta manera, en Buenos Aires, la voz de algunos de nuestros creadores menos conocidos”. Eso es despreciar el rol del creador.

Max Bill es el único artista de este grupo que podemos considerar como tal, y es sumamente conocido. Lamentablemente, los organizadores no comprenden el lugar que tiene en el arte moderno. Una exposición de todos los aspectos de la obra de este artista, hubiera enseñado mucho sobre la creación artística en Suiza. Es sin dudas el único que se puede alinear después de Le Corbusier y de Paul Klee.

Sin embargo, Suiza es a menudo visionaria. En la última Bienal de Venecia, su participación fue ejemplar. La elección se había limitado a un grupo de escultores de la misma tendencia, era un conjunto coherente que le enseñaba a aquellos que no sabían que en Suiza hay un movimiento muy próximo a una renovación.

Para volver a la exposición en Peuser, señalemos aún más artistas estimados: Brignoli, cuyos grabados no nos recuerdan sus cualidades de escultor. Bosshard y Fischer, que vivieron en París hace unos treinta años. El primero fue bastante conocido por sus cualidades pictóricas sensibles que parecen las mismas en la abstracción, y el segundo, ahora muy influenciado por Klee, aportando de todas maneras una imaginación gráfica muy refinada.

La Colección Fleischman tiene un interés de documentación artística. Nos hace conocer a artistas americanos del siglo xviii hasta nuestros días. Varias de sus obras reflejan las influencias europeas, pero en una medida tan debilitada, tan empobrecida, que hay que tener realmente ganas de verlos. Estamos sorprendidos de no encontrar ninguna marca del movimiento de arte moderno tan importante en América del Norte. Es Rattner que lo representa, pintor que vivió por mucho tiempo en París sin afirmarse demasiado.

La obra más importante de la exposición es sin dudas el retrato de Marsden Hartley por Lipchiz. Como sabemos, este ruso formado en París es una de los más prestigiosos escultores de tendencia cubista. Es muy desconcertante que sea una obra realista que ciertamente no es la expresión más auténtica de su obra que lo representa.

La literatura del prólogo del catálogo y el conjunto de exposiciones permiten suponer que las perspectivas muy limitadas sobre la creación artística o incluso solamente sobre la expresión plástica presidieron la elección de las obras de esta colección.


Le Quotidien