GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

25 de Julio de 1960

FERNANDEZ MURO, SARAH GRILO, OCAMPO, SAKAI Y TESTA EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES

Por Germaine Derbecq


Fernandez Muro, Sarah Grilo, Ocampo, Sakai y Testa en el Museo Nacional de Bellas Artes


Estos pintores “no transportan con ellos el cadáver de sus padres”. Sus exposiciones en el Museo de Bellas Artes son la demostración perentoria de lo que es la inteligencia plástica en pintura. Exceso de talento, de inspiración, de alma, de metafísica, todo esto existe, es, pero no sirve para nada, no se expresa sin esta preciosa ventaja.

Esta inteligencia plástica se aprecia desde la primera mirada en la homogeneidad heterogénea del grupo.

Se detecta en su comprensión del rol fundamental de la técnica. “Las cosas no son difíciles de hacer, lo que es difícil es estar en condiciones de hacerlo”, decía Brancusi. Adoptaron entonces una conducta de su época, eliminaron todo lo que no era búsqueda, síntesis de nuestro tiempo, no se lanzaron en las aventuras aleatorias, en los descubrimientos improbables, pero retomando y desarrollando los puntos de partida a las posibilidades ricas, comprometiéndose en el camino de la plástica poética.

Al menos sus pinturas, para obtener lo mejor, demuestran la comprensión de esta gran ley del arte de pintar de todos los tiempos, la economía de medios.

Es aún la inteligencia plástica, la importancia otorgada al oficio, el cuidado aportado para que sea bello. Pero, ¡cuidado! El bello oficio debe jugar su verdadero rol, exaltar, intensificar lo que el pintor quiere expresar en lugar de jugar al caballero solitario, pretencioso, bobamente orgulloso de él mismo, ilícito y destructor.

Pero la inteligencia plástica se merece, ella necesita un trabajo encarnecido, una autocrítica lúcida en estado de alerta, una valentía indomable. Demasiado visionario para no saber que a cada paso bordean el precipicio, que nuestros cinco pintores van a la guerra y que la confianza atrae el bien.

Es este también un carácter que es común para ellos, una técnica de la confianza, de la confianza consciente.

Es de esta manera que conciliando lo irreconciliable con una sana lógica y mucha intuición que asumieron sus responsabilidades de pintores.

Fernandez Muro, espina dorsal del grupo, mantiene la cohesión, y es también el purista. Un oficio perfecto, limitaciones precisas hubieran podido frenar sus impulsos pictóricos, pero modulando las espinas demasiado vivas, difuminando las formas muy definidas evitó los escollos y obtuvo un misterio de modulaciones coloreadas. De sus grandes cuadros, cuya abstracción parece indiscutible, se desprende un realismo del efecto —España se revela, el arte de Fernandez Muro es bien de su raza—, los cuadros rojos son Las fraguas de Vulcano de nuestro tiempo.

Sarah Grilo es la permanencia. Serena, sobria, simple, desarrolla el mismo tema en diferentes gamas. Para otros, sería un empobrecimiento; para ella y por ella es un enriquecimiento. Es también un renunciamiento para concentrarse únicamente en el desenlace del tema y no en su renovación. Limitando los problemas, preocupándose solamente por variaciones infinitas y sutiles, siempre otras, ella las ve cada vez, no las repite nunca.

Ocampo es el indisciplinado de la banda, el que pierde el tiempo a lo largo de los caminos, tentado por escaparse de la escuela, para hacer locuras sin animarse a librarse a ellas, sin jamás perder la cabeza, contentándose por saltar de una expresión a otra, modulando tonalidades y colores de todas las maneras, flirteando con las manchas, con la informalidad, siempre con su encanto juvenil y por nuestro disfrute. Su temperamento particularmente inquieto podría algún día reservarnos sorpresas si alguna vez tiene el coraje de tirar todo por la ventana.

Sakai juega a ser el mago. Quemando etapas, persiguiendo su camino con una seguridad impresionante creemos cada vez que va a romper huesos, que está al pie del muro; de la misma manera que el acróbata, la sonrisa en su boca, se vuelve a ir. Sus manchas orientales actuales son seductoras, expresivas y poderosas, los espacios obtenidos experimentan un realismo atmosférico que no esperaba sin dudas. No importa, la partida está ganada de todas maneras.

Finalmente está Clorindo Testa, el esotérico. Su aire de franqueza, ingenuamente directo, desconcertante y confundido. ¡Engaña su mundo muy sutilmente y con tanto espíritu! Él también es un artista encanecido en la persecución de su arte, viviéndolo diariamente, escuchando la pintura, dejándose guiar por ella humildemente, siempre sabiendo imprimirle directivas. Psicología femenina, pero mano de hierro en un guante de terciopelo.

Sus expresiones son en blanco y negro, pasando por todos los grises, más que renunciamiento, comprensión de la fuerza del matizado de los tonos ante los colores, reforzado por las ayudas de la materia eficaz con los efectos de los craquelados y de rayones con una poética mesolítica. Profundamente artista, se desprenden de sus cuadros sugerencias enigmáticas, impresiones siderales.

Este grupo está en marcha para que cada uno encuentre, desarrolle su propia técnica. Hasta este momento, todos han logrado integrarse en las síntesis en las cuales imprimieron su marca y su personalidad. Desde las exposiciones de los artistas concretos, es sin dudas la manifestación de arte pictórico nacional que refleja lo más claro posible la voluntad de ser, que no fue posible ver. Consecuencia sin dudas de esta directiva visionaria en extremo, tan oportuna, a veces un poco sectaria —pero los jóvenes deben serlo y era necesario ser intransigente— de Tomás Maldonado cuando decidió afirmar una nueva conciencia artística, lo mismo que Alfred Hlito que aportaba las mismas directivas y las mismas calidades. Estos teóricos nuevos, estos pintores prudentes introdujeron en el medio pictórico argentino el sentido de la plástica pura, de la disciplina libremente aceptada, vivida, comprendida, que no encierra.

Lugar geométrico importante en un medio poco seguro, vacilando sobre bases con cimientos inciertos, listos para recaer en un realismo sin alegría o en un neo cubismo academista.

Los cinco sencillamente acercaron la disciplina concreta, pero todos sintieron también el aliento regenerador.


Le Quotidien