GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

7 de Julio de 1971

EXPOSICIONES: MAURICE LOIRAND, GRUPO NUMEN

Por Germaine Derbecq


Las exposiciones en Buenos Aires


Maurice Loirand, pintor naif en Galería Gradive


Tanto en Argentina el pintor naif es un poco inexistente como en Francia los hay por demás. Algunos conocidos, algunos otros célebres y una innumerable cantidad de desconocidos que no carecen de talento, pero que no buscaron otra gloria que la de sus ciudades. Nos maravillamos que este pintor, Maurice Loirand, este pintor francés que recorre el mundo continuamente, no haya perdido la frescura en la inspiración, que ningún mar haya podido cambiar el color de sus marinas que reflejan el océano de su país natal —es originario de Nantes—, que sea este mismo y no otro.

Es como si ajustara sus anteojos mágicos que le permiten observar las cosas con los colores brillantes, la vida alegre, en donde se desconoce el desorden y la miseria. Pero cuidado, toda esta amabilidad no sería suficiente para hacer de Maurice Loirand un buen Pintor de Domingo, como se los llama habitualmente. Hay en sus pinturas una elección de los elementos que sabe muy bien agrupar luego según las necesidades de su composición. Para hacer esto, tiene que tener algunos buenos principios.

Los recibió de una formación artesanal: artesano del metal, herrero, calderero; esto dice mucho de él. Tiene que martillar, encontrar la forma, no extraviarse. Y esa es realmente su principal cualidad: no se pierde, va derecho sobre su camino.

Un pintor que se formó en el Bellas Artes buscaba representar la epidermis del paisaje, Maurice Loirand busca ante todo una base para edificar, estructurar el lienzo, y luego los detalles, ornamentos, notas de colores que se inscriben fácilmente. Es de esta manera que obtiene este lenguaje claro, preciso, alegre, de los que ven claro en ellos mismos sin complicar lo que no tiene por qué ser complicado, con el método del buen sentido y de la buena razón.


Grupo Numen en la Alianza Francesa


Este grupo de Mendoza tiene ya siete años de existencia. Sus once artistas se presentan cada uno con dos pinturas que en el primer abordaje sorprenden. Hay en ellas una voluntad de ser, una fuerza telúrica, muchos conocimientos. Nos sorprendemos con sus calidades, no llegan a significar claramente (plásticamente) lo que quieren decir, sin dudas por un exceso de recursos que se superponen y se aniquilan. Una frase del prólogo del catálogo podría ayudarnos a comprender sus intenciones: “El grupo Numen cree firmemente que el universalismo del arte es dado por la transcendencia ‘vivencial’ de la obra y no por la estandarización formal técnica”.

Está claro que, para los artistas de este grupo, el enemigo es la técnica. Sin embargo, tanto en el pasado como en el presente, no hay grandes obras sin técnica. Ya que no es el oficio (medio material manual) el que puede encontrar el lenguaje plástico propio para expresar la estética, sino que la técnica individual solamente lo puede hacer. Incluso los surrealistas —los grandes— no escaparon a ello cuando han querido hacer una pintura automática.

La técnica es científica, mental, como ya lo decía Leonardo hace cinco siglos, y hoy lo dice un Klee o un Picasso.


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