GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

15 de Septiembre de 1953

VIVIR SU PROPIA ÉPOCA | 4 ESCULTORES CONTEMPORANEOS

Por Germaine Derbecq


Vivir su propia época


Ustedes tienen en sus casas electricidad, teléfono, radio, televisión…. Pero se siguen sentando en un sillón Louis XV, a menos que se trate de un Louis XIII, su aparador es un Henri II y sus cuadros son de estilo de museo o tipo impresionista si usted está bien a la moda.

Sin embargo, señora, usted no se viste con crinolina, ni usted, señor, con volados de encaje. Usted se mueve por tierra o por aire con caballos de vapor. Esta nueva vida que usted acepta, estas sensaciones nuevas que sienten, las rechazan cuando se trata de decorar su hogar. Vivir con sensibilidad depende bien de Henri IV, de Louis XIV o del presidente Fallères.

¿Es posible que sea la necesidad de mantener un lazo con el pasado, de no perder del todo el equilibrio en esta marea creciente que traga todo lo que ha tejido diariamente la vida de nuestros padres? ¿Puede que sea el frágil montículo de arena en el que se sostienen? ¿O es que simplemente no conciben que el arte pueda cambiar? ¿Con qué lo asimilan ustedes? ¿A una vida inmóvil, encerrada en estrechos cuadro, fijos para siempre?

Sin embargo, en su interior veo un busto griego, un Watteau, una porcelana china, un ícono bizantino. Los años habrán nivelado a tal punto el tiempo sobre sus rostros que no se darían cuenta de las inmensas y significativas diferencias. En cada una de estas obras falta una época, una raza, una civilización, una filosofía; y usted no admite que, también, su época expresa el rostro de su tiempo.

¿Sentimentalismo, pereza? Si nuestros antepasados hubieran hecho lo mismo estaríamos siempre en las pirámides y en las pinturas prehistóricas. Por suerte para nosotros, aceptaron con total naturalidad un cambio de rey.

Luego de la Revolución francesa, los burgueses, a falta de antepasados, voltearon sus miradas hacia los objetos de arte que ornaban los hogares señoriales. Prosperó el comercio de antigüedades, así como el gusto y los intereses por el arte antiguo.

Durante este tiempo, los artistas, siempre más allá de la época, creaban nuevas obras. Los siglos XIX y XX tendrán una importancia excepcional en la historia del arte. De David al arte abstracto, qué panorama apasionante. Son numerosos y son uno solo. Es David, Constable Ingres, Delacroix, Corot, Courbet, Manet, Cézanne, Rodin, Seurat, Lautrec, Renoir. Los impresionistas, los Nabis, los cubistas, los futuristas, los neo plasticistas, los surrealistas, los dadaístas… y sigue. El artista, como un ángel resplandeciente, atraviesa el cielo del arte como un rayo. A lo lejos, la multitud de los llamados, pero no de los elegidos, se cansa de perseguirlos. Mientras que los incrédulos, viendo en estos mensajeros solamente falsos profetas, ángeles inferiores, se quedan con determinación en la tierra, con los pies en sus pantuflas, admirando las obras que los rodean, con el espíritu tranquilo, la pipa en la boca, perdidos entre un humo que propicia un somnífero ensueño.

Le deseo a esos incrédulos del arte de nuestra época que sean marcados por el encanto. Será entonces que toda aversión y toda prevención desaparecerá como la nieve bajo el sol. Nacerá en ellos una nueva mirada y un nuevo sentimiento. Esta fuente de rejuvenecimiento que tienen a mano les transmitirá su entusiasmo juvenil y sus pasiones desinteresadas, propias de la juventud. Encontrarán la manera olvidada de vivir la vida con impulsos imprevistos y verdaderos, desaparecerá el peso de los años y de los problemas, sabrán que el arte, reflejo de lo infinito, es como la verdadera creencia: una fuente de vida que cada uno lleva en sí mismo, aunque desespere a veces por no encontrarla jamás.

Los nervios del hombre actual están tendidos al máximo, la concentración, casi desaparecida de su agenda; hacen falta nuevas formas esquemáticas y fuertes para que reaccione. El arte antiguo, a menudo perfecto e insuperable, cumplió su rol a través de todas las épocas. Es ahora, para nosotros también, una fuente de profunda felicidad: el amor de un hijo hacia su madre. Pero de otro orden será nuestro amor por las obras de arte de presente: un amor a primera vista ante la mujer elegida, el amor paterno, el presente y el futuro.

Es justamente el futuro lo que el arte nos predice. El arte abstracto, el recién nacido aborrecido, ¿no profetiza acaso que la materia será dominada por el espíritu? Esta esperanza vale bien la pena para sacrificar nuestros viejos amores en nuestra existencia diaria, incluso si tuvieran el rostro de la Gioconda.


Epígrafes de las fotos:

Mujer, por André Marchand

La Gioconda (Museo del Louvre)


4 escultores contemporaneos


Luego de la exposición de esculturas en los jardines del Museo, por el cincuentenario, y de las del inicio de la temporada en la Galería Krayd, “Desde los innovadores hasta los jóvenes abstractos”, nos habremos hecho este año una opinión bastante precisa de la escultura en Argentina.

Ya nos encontramos en estas exposiciones a los cuatro escultores que visitaremos hoy en la Sala V de la Galería Van Riel. Fue interesante haberlos reunidos, ya que efectivamente tienen grandes afinidades. La más evidente es esa incertidumbre por rechazar completamente la expresión de la naturaleza, a pesar del violento deseo de alejarse.

¿Es prudencia, exceso de integridad, o es que quieren hacer ellos mismos su experiencia?

Siendo aún dependientes de esta representación de la naturaleza, no pueden expresarse con toda la libertad que es indispensable tener, no pueden estar lo suficientemente cómodos, y es una pena, ya que por varios indicios se siente que quisieran liberarse. Sin estos obstáculos, nadie duda que se expresarían con más autoridad.

Antonio Sibelino, el veterano del grupo, rompió con la escultura tradicional hace muchos años, en una época en la que era un gran mérito en hacerlo. Es uno de los grandes escultores argentinos contemporáneos. Las obras que nos presenta hoy, las rencontramos con alegría. Son fuertes: volumen preciso, sin trampas. Ahora esperamos obras nuevas, dignas de su talento y que expresen nuevas certezas.

Noemi Gerstein había presentado, hace ya unos meses, un proyecto para el concurso organizado en Londres para la elección de un monumento al Prisionero Político Desconocido: una maqueta muy ingeniosa con la que resolvía bastante bien el tema del concurso, por cierto, bastante difícil para expresar con la escultura. Por este proyecto fue premiada por un jurado internacional. Sus cerámicas que expone plasman un sentido innegable de la escultura y atestiguan un deseo de geometrización de las formas.

Líbero Badií, que se encuentra en plena posesión de un oficio de artista perfecto y de un serio conocimiento del arte tradicional, no se compromete más que con extrema prudencia con lo desconocido de los sacrificios. Su poderoso instinto lo salva de sus conocimientos. Las obras que nos muestra están seriamente estudiadas y cuidadosamente ejecutadas. Lamentablemente, se encuentra prisionero de ciertos prejuicios, que no logró librarse completamente. ¡Que rompa los barrotes de esta cárcel! Con esa libertad ganada podrá mostrarnos sus obras terminadas.

Juan C. Labourdette es el sensible del grupo. Cosecha las ventajas y los inconvenientes. Como el niño al que los ángeles protegen de las peores aventuras, se ha salvado hasta ahora bastante bien. Si logra sobrellevar este impresionismo y esta sensibilidad exagerada sin sacrificarlos completamente, dándoles lo que Cézanne llamaba el arte de los museos, que traduciremos como una cierta seguridad o consistencia plástica, entonces él podrá también producir obras de alta calidad.

Para concluir, fue una muy buena exposición, reconfortante, y un muy buen presagio para nuestra futura Ciudad de las Artes.


Le Quotidien