GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

20 de Abril de 1954

CON LOS PLANOS DE LE CORBUSIER

Por Germaine Derbecq


Con los planos de Le Corbusier


Se acaba de terminar, en la ciudad de Eva Perón, una casa construida con los planos del gran arquitecto francés Le Corbusier.

Cuando el Dr. C… le pidió a Le Corbusier de dibujarle los planos de una casa, no se le ocurrieron las dificultades que tendría que vencer. Han sido necesarios cinco años para sobrellevar todos los obstáculos, y es recién ahora que se puede decir: la casa está terminada.


Está situada sobre una de las más lindas plazas de la ciudad, un verdadero jardín. Aunque los árboles la escondan parcialmente, la vista del frente se impone, organizado como un buen cuadro moderno. No es que hubiera querido ser un frente o un cuadro, no es ni una añadidura ni unas pinceladas, es un resultado. Una verdadera orquestación de colores, de dimensiones, de proporciones. El enrejado de cemento de un blanco deslumbrante, como un parasol, que acusa, con sombras, los vidrios del frente, las líneas marrones de las boiseries, el ocre de la parte inferior del techo de la terraza —contraste inmenso cuando el cielo está azul, de una enorme fineza cuando está gris—, la línea del cielo, tan imprevisible entre la terraza y la pared; finalmente, tantos detalles con exactas proporciones.

El marco de la puerta retiene la atención. Bien estudiado para las medidas humanas, forma y afirma con la puerta un plano completo, indispensable, ya que de cada lado solo hay espacio.

Ese espacio es lo que impacta en esta casa desde el primer momento en el que atravesamos la entrada. Sensación más que realidad. El terreno trapezoidal, pequeño, apartado, incluso ingrato. Le Corbusier lo agrandó, aireó. parece ahora que es amplio y profundo.

Esta casa, que está destinada para un médico, necesitaba dos entradas diferentes para dos cuerpos dentro de la construcción. La del consultorio, por la que se accede por una rampa y la de los departamentos particulares en el ángulo opuesto del patio, con una escalera en un vestíbulo vidriado.

El garaje está a la derecha de la entrada y las dependencias en la planta baja de la casa de habitaciones. Una fila de columnas al estilo de pilotes está por fortuna distribuida en el patio y patio interno.

En el primer piso, cuando entramos en la gran pieza —salón común de la antigua casa—, que llamamos ahora “living”, el cielo, los árboles, la atmósfera, parecen haberse instalado. Nos imaginamos perfectamente el follaje de la terraza-jardín confundiéndose con la vista de los árboles de la plaza, de manera que no se sabe exactamente si nos encontramos en la casa o en la naturaleza. “No hay intimidad en estos ambientes”, dicen algunos. Un juego de cortinas claras y oscuras permiten regular de grado deseado de intimidad.

Al lado del living, la cocina, chica, manteniendo las estimadas ideas de Le Corbusier. Es, dice él, una economía de tiempo y de cansancio, tan confortable como una grande si todo se encuentra perfectamente organizado como para estar al alcance de la mano.

En el segundo piso, las habitaciones aparecen y se abren sobre el living. Así, da la impresión de espacio, a pesar de las exiguas dimensiones y del techo poco elevado.

Le Corbusier había estudiado una policromía exterior e interior. Para el interior había previsto una gama de tres azules, desde el oscuro al claro, un rojo fuerte, un gris claro, el piso de madera oscura para los departamentos, de cemento del mismo color para las escaleras, las puertas sombreadas naturalmente, los cielorrasos, las columnas y las paredes blancos. Esta policromía estaba, claro está, concebida en función de la arquitectura, marcando con los azules fuertes y profundos los huecos y las sombras, mientras que con los rojos se debían resaltar los puntos importantes y sólidos, y las partes neutras en gris y azul claro. Era realmente una sinfonía de colores.

Los malos entendidos, como ha habido tantos en la ejecución de esta casa, han generado que sea el pintor Hlito quien fuera llamado para proponer los colores para las pinturas de las paredes. De ninguna manera este artista es responsable de esta situación, sin embargo, es una pena que la policromía de Le Corbusier no se haya podido llevar a cabo.

En resumen, las características de esta casa son el espacio, las profundidades, la armonía de cada parte en relación con el todo. Armonía debida en gran parte al “modulor”. Este instrumento de medidas inventado por Le Corbusier, herramienta de trabajo para los que crean, que componen, gama de medidas equilibradas basadas en el número áureo. Pero si el Modulor es un precioso instrumento, no es más que eso, como dice Le Corbusier: “no aporta el talento, es un instrumento preciso, un piano bien afinado”, solo nos queda jugar, y eso es asunto de quien lo usa.

Esta casa rica en enseñanzas no es un aspecto moderno, efectos extravagantes o sorprendentes descubrimientos, es un verdadero organismo.

En Argentina, a parte de las obras de Alberto Prebich, de Amancio Williams y de algunos otros arquitectos pocos números —y no solo en Argentina, pero en el mundo entero—, hay pocos arquitectos que tengan une buena relación con los pesos, con las superficies, o las dimensiones en relación a los materiales y sus posibilidades. Se ven aún muy a menudo los frentes cerrados, sobrecargados, esas cornisas, balaustradas, balcones, ventanas recargadas, cuando ahora los nuevos métodos de construcción permiten alivianar los frentes porque ya no se encuentra ahí el punto apoyo.

Cuánto podemos estar agradecidos a este argentino que tuvo la claridad de hacerse construir una casa semejante, tal vez único testimonio de Le Corbusier en Argentina. Hace veinticinco años, él había sentado las bases de planos grandiosos para la construcción de la extensión de Buenos Aires, y de los cuales se han utilizado ciertas ideas.


Erratum

En el artículo anterior de la Sra. Germaine Derbecq, aparecido en nuestro número del 13 de abril, un error se deslizó al final de segundo párrafo. No hay que leer: ”un grupo de pintores de tendencia no figurativa” pero “un grupo de figurativos modernos”.


Le Quotidien