GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

18 de Mayo de 1954

GESINUS EN LA GALERÍA WILDENSTEIN

Por Germaine Derbecq


Las exposiciones


Incluso sin que no hubieran dicho que Gesinus fue alumno de Pascin y de Leopold Lévy, situaríamos, sin embargo, a este pintor entre los que conocieron la Escuela de París entre 1926 y 1930.


En esta época, muchos artistas extranjeros vinieron a Francia para ver y asimilar los nuevos descubrimientos culturales, al mismo tiempo que ciertos colaboraban para resolver gran cantidad de problemas plásticos. En ese entonces, había al lado del cubismo, que estaba en su apogeo, pintores de expresión realista, poseedores de un sólido oficio, que buscaba representar la naturaleza siguiendo ciertas leyes formuladas sobre la base del cezannismo y del fauvismo. Podemos clasificar a Gesinus entre estos artistas.

A pesar del explosivo desarrollo del arte abstracto, es seguro que el arte realista se encuentra lejos de estar acabado; todo dependerá de la manera en la que los pintores de esta tendencia encontrarán un equivalente plástico.

En general, los que, como Gesinus, hacen culto a los bellos materiales densos y dorados, y que poseen este impulso apasionado de la felicidad de pintar, tienen que hacer a menudo concesiones en la forma en detrimento del fondo. Estos pintores podrían decir como Kisling: “Me gusta pintar todo por encima; ideas, no quiero tener”.

Sin embargo, a pesar de la aparente espontaneidad de sus obras, Gesinus no rechaza el hecho de tener ideas. Sabe muy bien que organiza las superficies de sus cuadros por grandes placas coloreadas, que enriquece, ya sea por una saturación exaltada del color, ya sea por sombreados y modulaciones, confiriendo de esta manera espesor, profundidad y atmósfera plástica. Sabe también hacer los sacrificios necesarios para mantener la unidad del cuadro.

Es en los retratos que parece ser el más completo y el más original gracias al don de la observación aguda que le permite descubrir el carácter de sus modelos. En algunos, una torpeza deliberada o natural, para nada insípida, podría adquirir una fuerte expresión humana y pictórica. De la manera en la que nos fue presentada, esta obra es interesante. Si es de la que habla de los sentidos, el entrenamiento de la mano no le hace olvidar al artista las leyes del cuadro; si su realismo no es trascendente, es lo suficientemente movilizador. No me sorprendería que un artista con la entereza de Gesinus no ponga alguna vez en práctica el axioma de André Lhonte: “Es posible que nos conformemos con hacer lo que sabemos hacer, cuando es tan apasionante atacarse a algo que no sabemos hacer y que es ilimitado”.


En lo de Plástica, afiches originales de los grandes pintores contemporáneos


Los que visitarán la Galería Plástica podrán creerse, por un momento, transportados a París. Es una excelente idea la de haber reunido un conjunto de afiches de los grandes pintores contemporáneos. De estos afiches destinados a anunciar exposiciones de sus autores en las galerías parisinas, algunos son verdaderos cuadros.

Cuando se ingresa a la exposición, es el de Picasso, representando el famoso Guernica del Pabellón Español de la exposición de 1937, el que nos recibe, o debería decirse el que nos atropella, nos altera, con esa brutalidad y esa perfección de un dramatismo pictórico siempre asombroso, incluso luego de veinte años. Este afiche anunciaba la gran exposición de Picasso en Italia. Es una hermosa reproducción, y gracias a las enormes dimensiones se pueden leer muy claramente la composición y los detalles. Del mismo artista hay también un retrato gráfico de un realismo alucinante, con una definición en las equivalencias plásticas que son un deleite.

Luego, es el afiche de Léger, preciso, inventado, alegre, y el de Le Corbusier que dibujó para su exposición en el Museo de Arte Moderno, en el que encontramos los esquemas de arquitectura tan expresivos y tan personales que garabatea a menudo en función de la naturaleza, para fijarlos en su memoria. Notas de colores vibrantes construyen el todo.

También la de Bazaine para su exposición en Maeght. Una síntesis de impresionismo-fauvismo dentro de las gamas calidad. Los de Braque, ligeramente barrocos, sabios en su apariencia de simplicidad. Dos de Dufy, espléndidos, con un vigor en los colores excepcional. El del surrealista Tanguy, formas mórbidas y meticuloso trabajo. Están también los de Giacometti, Van Velde, Baya, Chastel, Vertes, etcétera.

Para los coleccionistas de afiches, es una variedad que no encontrarán a menudo.


Primeras expresiones plástico-gráficas en la Sociedad Hebraica


Son dibujos y pinturas de niños realizados bajos la dirección de la Sra. Silvia Halphen de Gonzalez. Esta profesora parece tener un profundo conocimiento de este pequeño mundo y lo utiliza con mucha habilidad respetando la imaginación y la inspiración de sus alumnos, sin imponerles más que excepcionalmente un modelo y jamás un tema.

Casi todas las obras de esta exposición poseen la frescura, la espontaneidad y la creatividad que esperamos de ellas.

Algunas de las pinturas de los “grandes”, los que tienen entre ocho y doce años, se parecen curiosamente a Matisse, a Chagall o a algunos decorados de teatro de Avant Garde. La “obra maestra” de la exposición es la de un niño de seis años que ha sabido traducir milagrosamente, con solamente algunos trazos y notas de color hábilmente distribuidas, la luz y el movimiento de una reunión deportiva a la cual había asistido.

Según lo que dice la Sra. González en el prólogo de su catálogo, sus enseñanzas no serían solamente del orden artístico. Habría obtenido resultados en cuanto al comportamiento y al carácter de los niños. Algunos, particularmente indisciplinados, fueron reequilibrados. Lo que no es de sorprendernos cuando sabemos que el arte es una suerte de liberación, una necesidad de comunicar impresiones, sensaciones, todo un mundo interior personal. Sin embargo, los niños deben estar felices, y esto no puede más que tranquilizarlos el hecho de poder describir sus experiencias sensibles por medio de las formas coloreadas, ya que con su lenguaje y su inteligencia no podrían hacerlo.


En Galatea: exposición Chab


Si bien los dibujos de esta exposición pueden aparentar una expresión completamente diferente, incluso opuesta, a la de los dibujos de los niños, expresan también lo que no es del ámbito de la razón y menos aún de la visión exterior.

Para un artista como Chab, que se reconoce como surrealista, buscando por ello traducir lo que le sugiere el subconsciente en un momento dado de su obra, lo quiera o no, interviene fatalmente la inteligencia plástica. Sin embargo, en los niños, en la medida en que podamos prejuzgar, las efusiones gráficas y coloridas son instintivas.

Los dibujos de Chab tienen una tonalidad generalmente oscura. Valores poco contrastados, arabescos extraños se añaden a la impresión onírica. Son, sobre todo, interesantes por el misterio que desprenden, misterio propio de muchas obras surrealistas.


Erratum

En el artículo de Germaine Derbecq, aparecido en nuestro número del 4 de marzo sobre la Exposición Universal de Máscaras, hay que decir en el cuarto párrafo/línea:

“De África, de este continente tan rico en esculturas con formas precisas y vigorosas, no se reunieron más que máscaras Dan, Yourba y Abisinia. Aunque se ven comerciales, fabricadas en serie; a pesar de eso no están completamente desprovistas de interés, siendo copias o reminiscencias, tienen impresas todavía las buenas tradiciones


Le Quotidien