GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

10 de Agosto de 1954

LAS EXPOSICIONES: BADIÍ EN KRYAD | DEL PRETE EN GALATEA | MUHALL GIRONDO EN WITCOMB | GRAY EN PLÁSTICA

Por Germaine Derbecq


Las exposiciones


Badií en lo de Kryad


Si a lo largo de los tiempos la escultura perpetúa la memoria de los grandes hombres, representó a Dios y a los santos, fijó para siempre los mitos y las alegorías, hay que reconocer que tiene esencialmente algo permanente. Es sin lugar a dudas esta superioridad que le confiere, más que cualquier otro arte, la obligación de ser cada vez más representativo, hasta convertirse en ello de manera sumisa, al punto de olvidar de a poco sus objetivos y sus recursos.

Solo hace unos cuarenta años que, estimulada por la pintura, la escultura conoce también embriagadoras aventuras.

Su último descubrimiento, este simple hilo que se lanza, trazando perfiles y arabescos, que aprisionan tormentos y certezas, por siempre las mismas que las de los escultores, los volúmenes y los espacios, parece ser la última posibilidad de su liberación.

Me hacía estas reflexiones mirando las esculturas de Badií. Si no está en la fase aérea (y no es indispensable que lo esté), se encuentra en la fase en la que la escultura quiere vivir sin tener que rendirles cuentas a los bellos rostros, a los desnudos agradables, a los respingados académicos o a los monumentos tipo “pastel de bodas” (“piece montée”).

Los sentimentales exclamarán con tristeza que en esta vía lo humano estará para siempre excluido de la obra de Badií. Pero entonces, ¿qué es lo humano para el artista plástico? No es otra cosa que proporciones, perfiles, una sucesión de perfiles, valores, negro, gris, luz. En cuanto a lo descriptivo, a lo anecdótico, a la psicología, es territorio de la literatura. Lo humano es escultura, reside únicamente en los recursos enunciados más arriba y, por otro lado, fueron los de todos los grandes maestros de la estatuaria, son los de los artesanos, formas en el espacio, creando nuevos objetos dotados de una vida que es la suya, con todas las características de una realidad, ya que toman prestados únicamente los recursos que exteriorizan la vida de todas las cosas.

Badií se lanza con coraje a lo desconocido, armado de certezas, dueño de un hermoso oficio, tallando la piedra y el mármol amando y respetando el material. Se encuentra sin lugar a dudas preparado para darnos obras esculturales. Podemos constatarlo en su bella exposición en la que se puede ver fácilmente que llegó a vencer muchas dificultades y que alcanzó los objetivos que se había propuesto: desprenderse del academicismo que lo formó, del naturalismo que lo había atraído, seguir su poderoso instinto que lo despertó hacia la inteligencia plástica y que le permitió ejecutar obras tales como Torrente, de la cual los planos sucesivos dibujan líneas sinuosas y atraen las cariñosas luces hasta las últimas abstracciones, volúmenes pesados, densos, dotados de la nobleza y de la fuerza de la gran escultura monumental.

e queda ahora encontrar su propia expresión, que llegará sola, a su debido tiempo, si persevera con la misma serenidad, la misma obstinación y la misma pasión en el camino por el que se comprometió.


Del Prete en Galatea


Del Prete presenta pinturas de tres períodos distintos y esculturas en hierro ejecutadas entre 1944 y 1954. Esta exposición es una suerte de adiós ya que Del Prete se prepara para irse a París.

Desde hace un largo tiempo se decidió a estudiar pintura. Entre sus camaradas, era el más inquieto, el más independiente y el más fantasioso. Era esta su verdadera naturaleza ya que sigue siendo así.

En cuanto a sus múltiples dones, los posee todavía, no habiendo visto la necesidad de sacrificarlos. Los utiliza con el mismo desenvolvimiento y con la misma naturalidad juvenil con la que trabaja sus cuadros.

Del Prete vio y retuvo mucho, y se sirve con gusto todo lo que le gusta, aparentando no tener otro objetivo que la alegría de hacer malabares con los juguetes plásticos que conoce bien, evitando de todas maneras los que podrían ser peligrosos. Tal como el espectador del sillón de orquestra, prefiere las aventuras vividas sin un compromiso total.

No se le puede hacer un solo reproche, cada uno juega el rol que le es conferido. Miremos entonces sus pinturas sin malos pensamientos, disfrutemos del placer que nos pueden dispensar ya que son animadas, coloridas, suficientemente sabias. No exijamos una renuncia total, pureza integral, dejémonos llevar por la alegría de estos juegos encantadores que son ingeniosos y bien pintados.


Laura Mulhall Girondo en Witcomb


Laura Mulhall Girondo posee una ingenuidad que las enseñanzas recibidas no han llegado aún a pervertir. Aparentemente, tienen mucho para hacer si lo quieren lograr. Hasta el momento, pudo someterse a su voluntad y no la utiliza más que hasta un cierto punto. Es que, sobre todas las cosas, esta artista pretende ver, comprender y traducir ella misma.

Como vive cerca de la naturaleza, los grandes horizontes le son familiares, es visible que le agradan y se esfuerza por expresarlo. Propuesta bastante difícil, sin embargo, logra a menudo crear paisajes en los que la plástica, la sensibilidad y la expresión armonizan agradablemente.


Alberto Gray en Plástica


Hay que notar que son cada vez más los pintores que se ven atraídos por la combinación de materias, la superposición sabia de los colores, las raspaduras, las transparencias.

Ciertamente, son medios que pueden ser plásticos, que fueron empleados en todas las épocas y particularmente en aquellas en las que la pintura horizontal estaba a la orden del día. En los Primitivos, los pliegues de las vestimentas, los trazos del rostro, de los cabellos, de la ornamentación eran pretexto no solamente para enriquecer las superficies sino para organizar y ordenar la pintura. Si no es así, se corre el riesgo de caer en los recursos de artes menores y decorativos.

Quiero creer que el pintor Alberto Gray no entró en estos juegos de materias sin conocimiento de causa, ya que sus cuadros están conscientemente elaborados, finos y agradables.


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