LE QUOTIDIEN
6 de Octubre de 1953
SER CELEBRE | VEINTE PINTORES Y ESCULTORES EN LA GALERÍA KRAYD | XUL SOLAR EN LA SALA V
Por Germaine Derbecq
Ser célebre
¡Ser célebre! ¿Qué hombre o qué mujer no ha soñado con serlo?
Orgullo, vanidad, deseo de ser la excepción, el que está marcado por los dioses, a defecto de ser el que está marcado o remarcado por Dios. Estas reflexiones me asaltan luego de una conversación con un pintor, que no es de los más jóvenes, ya que pinta desde los veinte años, tiene talento y un cierto renombre.
Me decía, de regreso de un viaje a Francia: “Si estuviera en París, ya sería célebre”.
Perdida en el pensamiento de que una ocasión tan excepcional se le podría escapar, tal vez por alguna miserable causa material, le rogué que se fuera lo más rápido posible y no se deje convencer por ninguna contingencia que pudiera retenerlo.
Confieso que mi entusiasmo cayó rápidamente y que sentí un cierto malestar. El orden y la razón retomaron el control dentro de mi cabeza y debo revelar que me quedé muy decepcionada: este pintor, en quién yo creía, en quién yo había fundado ciertas esperanzas, no se preocupaba por rehacer un viaje a Europa o de todo lo que un nuevo aporte podría darle a su arte, sino por encontrar una manera de ser célebre.
Reflexiono que este pintor, a pesar de tener una aparente madurez—desconfiemos de las apariencias—, ha permanecido muy joven. ¿No estaba acaso expresando sueños de juventud, como los que todos abrigamos, ser el primero en algo, estar por encima de otros? —para mí, el poder y la gloria son lo que más importa—. A menos que sea más preocupante una superficialidad de poco valor.
No juzguemos al prójimo y busquemos las circunstancias atenuantes. Suponía entonces, tímidamente, que un pintor podría tener otros problemas para plantearse aparte del tema de la celebridad. Con gran pesar, debo decir que, ante el grupo que se había formado, mi comentario fue recibido con una frialdad significativa. Comprendí que el grito de alarma, de angustia y de esperanza había tenido una gran resonancia, y viendo en los ojos de todos brillar esta alegría concupiscente de los placeres prometidos a aquellos a quienes Paris acogió y proclamó el más grande de todos los grandes, juzgué prudente no insistir demasiado.
Me reconforté pensando que mi París natal que, a pesar de tener tantos detractores, guarda un cierto prestigio. La decisión sobre la genialidad de un artista no puede de ninguna manera reposar sobre el viento. Hay entonces en esta ciudad que le decimos luz, un clima particular como para que se pueda imponer un nombre y no otro. Los remordimientos me asaltan. Fui injusta. Agradezcamos a este amable, encantador, buen pintor que sabe lo que quiere decir hablar, ya que sabe de manera pertinente que si estuviera en París ya sería célebre: París cuenta siempre en el mundo. Lo habría abrazado. Lamentablemente, ya se había retirado…
En ese momento, una diabólica vocecita susurró en mis oídos:
—¿Te acordás lo que el padre Cézanne te decía?: “Lo que extraño es la realización, lo lograré tal vez, pero soy viejo y es posible que me muera sin haber tocado este punto supremo. Quisiera que me reciban en el Salón de Bouguereau, sé muy bien que lo que me obstaculiza es que no realizo lo suficiente. La óptica es inútil”.
Y la vocecita continuó:
—Y Mondrian, ¿te acordás? Que tantos años pintó el mismo cuadro o con muy pocas diferencias; quería comprender algunas verdades siempre un poco más, arrancando trocito a trocito pequeños granos preciosos que, un día, y luego de mucho tiempo de sufrimiento y de sacrificios, germinaron para formar el más maravilloso ramo, un florecimiento magnífico en el famoso Victory Boogy-Woogy. Poco tiempo después moría en un hospital.¿Creés vos que él pensaba en ser célebre? ¿Te acordás lo que decía en 1926? Con un poco de voluntad no sería imposible crear una suerte de edén; no se hace de un día para el otro, pero prodigando todas las fuerzas y contando con el tiempo, no solamente lo lograríamos, sino que además probaríamos sus ventajas… Y el hombre no sería más que una parte del todo. Y no será hasta perder toda la vanidad de su pequeña y mezquina individualidad que estará feliz de este edén que habrá creado.
En este momento, un olor a azufre característico llena la atmósfera al mismo tiempo que una humareda no menos sospechosa oscurece las cosas y que una burla de rigor no me deja ninguna duda sobre el origen de la vocecita con ese falaz discurso. En su despecho contra mi pobre pintor, que por mi parte había completamente absuelto, el diabólico visitante se había olvidado de pronunciar por dos veces la palabra edén, lo que le produjo un malestar que no pudo sobrellevar y que lo obligó a desaparecer. Alabado sea Dios, todos somos perfectos.
Veinte pintores y escultores en la Galería Krayd
Este grupo y el de Nueva Generación Plástica Argentina deberían darse las manos, llamar a otros colegas y fundar un nuevo salón sin jueces ni recompensas, que podríamos llamar el Salón de los Independientes, en memoria del glorioso hermano mayor.
Es que el Salón Nacional de Artes Plásticas, acechado por la senilidad, similar a padres irascibles que olvidan que tuvieron veinte años, no admite en su seno a los que se encuentran en caminos diferentes al del tradicionalismo moribundo y reseco.
No hay dudas de que este nuevo Salón será bien recibido; respondería a una necesidad. El público ama estas grandes exposiciones, el aficionado también puede encontrar los mirlos blancos que siempre aguarda, y el esteta, al genio que espera.
Qué bello banco de trabajo para los artistas. Perdido en la multitud de esa muestra de talento que es un gran salón, los nombres olvidados, confundidos, la obra debe defenderse sola.
Xul Solar en la Sala V
Podemos decir que Xul Solar fue el primer pintor de tendencia abstracta en Argentina cuando apenas hablábamos de cubismo y todavía teníamos un impresionismo y neo-impresionismo decadentes.
Lo encuentro hoy encaminado en una vía bastante alejada de la pintura pura, de la que antes de deleitaba. La astrología ocupa ahora sus pensamientos y domina todo. Por mi parte, lo lamento y espero que algún día nos muestre nuevas obras donde la pintura tendrá la última palabra.