LE QUOTIDIEN
15 de Junio de 1955
LAS EXPOSICIONES: PALMEIRO EN BONINO | CLAVÉ EN PLÁSTICA | ONETTO EN KRAYD
Por Germaine Derbecq
Las Exposiciones
Palmeiro en Bonino
Como la mayoría de los artistas de la escuela de París, que fueron los maestros del Salón de Otoño y del Salón des Tuilleries después de 1920, Palmeiro se compuso una técnica que le permite representar la naturaleza con los recursos de nuestra época. Es decir, a través de modulaciones coloreadas, ya sea por los fondos lisos de diferentes tonalidades o bien por los contrastes de valores. Esto es con el mejor de los sentimientos artísticos y con un oficio pictórico que no ignora ningún secreto, lo que le permite todas las suntuosidades y también todas las virtuosidades.
Palmeiro es español cuando pinta figuras, de la Escuela de París cuando organiza naturalezas muertas, y francés cuando orquesta los colores de un paisaje. Esto quiere decir que no reniega de sus orígenes y que asimiló ciertos aspectos del arte francés, particularmente los paisajes “cezannianos”. Afortunadamente para Palmeiro, estamos en 1955. Los amateurs se pelean por sus cuadros y las críticas le ponen una corona. Pero si estos mismos paisajes hubieran estado expuestos al lado de los de Cézanne, en 1904, habría obtenido una desaprobación general. Camile Mauclair, la experta de la crítica de ese momento, habría declarado, como para Cézanne, “que sus pinturas eran las bromas más memorables de los últimos años”, y el pintor Whistler habría dicho sin sonreír que “una buena madre corregiría a una nena de diez años si hiciera este tipo de pinturas”.
Lo que demuestra una vez más que le hace falta mucho tiempo a la verdad para hacerse entender.
Clavé en Plástica
Clavé es igualmente español e igualmente de la Escuela de París, no la de Palmeiro, pero la que surgió luego de la liberación. Para estos artistas, las posibilidades de expresión estaban muy extendidas. Solicitados por múltiples tendencias, podían elegir entre la abstracción y el realismo, pasando por todos los matices intermedios. Algunos, como Clavé, cultivaron un poco más el expresionismo y buscaron, sobre todo, forjarse una personalidad más que servir a la pintura pura.
Esto la resultó a Clavé, ya que se clasificó segundo en el resultado de una encuesta hecha antes los críticos europeos para designar al mejor pintor de la nueva generación. Fue elegido antes que otros artistas que, indudablemente, desde el punto de vista plástico y desde el punto de vista del arte, van mucho más lejos que él.
Esto no tiene que sorprendernos, ya que Clavé posee no solamente las cualidades más apreciadas —cualidades que son las de su raza—: el misterio, la pasión, el dramatismo, expresado pictóricamente por las tonalidades y por los valores fuertes, negros profundos, estallidos de colores vibrantes, un grafismo vigoroso, agresivo, grave, bordando el papel o la tela, pero todavía y, sobre todo, posee un gusto por lo pintoresco que es muy preciado ya que lo confundimos a menudo con la creación. Habiendo Clavé limitado de esta manera su ideal plástico, nos podemos preguntar cómo seguirá su obra. Si no será más que un fuego de alegría, si serán las repeticiones infinitas, o si logrará una toma de conciencia.
Onetto en Krayd
Con Onetto, encontramos un pintor argentino, joven de entre los que podemos esperar mucho, aunque en este momento parece atravesar un pasaje difícil de su evolución artística como lo demuestran algunos de sus cuadros. El punto de partida de las pinturas de Onetto se encuentra en la naturaleza. Una naturaleza ya sintetizada y controlada por un deseo de plasticidad. Y luego, poco a poco, abandonando toda representación precisa, llegan a una suerte de mosaico que no es ni frío ni geométrico pero sensible y pictórico, del cual los tonos, de una gama sobria, afortunadamente distribuida, nos revelan un verdadero temperamento de pintor. Retomando con serenidad el hilo de sus ideas plásticas, no cabe dudas de que Onetto nos presente próximamente una exposición más coherente.