LE QUOTIDIEN
21 de Julio de 1955
EL GRAN PREMIO DE LA BIENAL DE SAN PABLO A FERNANDO LÉGER
Por Germaine Derbecq
El Gran Premio de la Bienal de San Pablo a Fernando Léger
Con setenta y cinco años Fernando Léger, uno de los pintores más brillantes del cuarteto cubista —Picasso, Braque, Léger y Gris— recibió el Gran Premio de la Tercera Bienal de San Pablo.
En 1911 Léger expuso sus primeros cuadros cubistas — desde el comienzo, ya fueron hermosas pinturas—. El encuentro con Picasso y con Braque había sido decisivo para su orientación. Al igual que estos dos artistas, había atravesado un período de experiencias “cezanneanas” como ellos lo habían hecho. Retuvo el consejo del maestro D’Aix: “Tratar la naturaleza desde el cilindro, la esfera, el cono…”.
Al comienzo, disocia los elementos del objeto, lleva todo al plano, según la estética cubista, pero luego sus obras reflejan su poderosa personalidad. Lo que aportó es enteramente nuevo. En los planos, superpone las formar “redondas”, con colores atenuados, opone el color puro empleado como un elemento dinámico —este color que considera una necesidad vital— e integra los objetos a sus pinturas: las figuras, los paisajes y las máquinas como función plástica, creando conjuntos rítmicos y sonoros, despejando una fuerza sana, un lirismo incontestable.
Sus detractores le reprochan los rostros inexpresivos, los cuerpos sin formas, los recursos brutos y elementales. Es que están confundiendo sentimentalismo, sensualidad, psicología y literatura con el arte plástico, y olvidan que hay que aceptar hacer muchos sacrificios para lograr un estilo y una expresión. Para Léger, todo es transposición plástica: donde otros ven surcos marcados por el arado, él ve los ritmos; donde otros ven los bloques de tierra dados vuelta por la carreta, él ve los volúmenes esculpidos por la luz; en los banales objetos de todos los días, ve formas puras; en los perfiles de los bailarines de vals popular, que visten camisas sin falsos cuellos, él ve el efecto del esfuerzo; y en el color rojo de las amapolas, los azules de los arándano y el amarillos de las anémonas, los tres colores fundamentales.
En realidad, Léger es un primitivo. Según él, un primitivo de una época que está por venir, de la raza de esos artesanos del arte popular y de la de los artistas llamados salvajes, tanto tiempo desconocidos, de los cuales las obras auténticas, completamente realizadas no son más que ritmos, contrastes, relaciones, colores francos, expresión plástica pura. Pero como se lo hacía notar Appollinaire en 1913, ante todo “Léger se entrega a la civilización en la que vive”. De ahí su admiración por las máquinas, por los objetos fabricados, la intensidad de las ciudades, de los pueblos, el dinamismo de las calles, las vitrinas, las iluminaciones nocturnas, los bailes populares, el circo, las ferias en los pueblos. El gentío no se encuentra muy lejos. Léger trabajó para ellos con alegría desde hace unos veinte años. Esto no es un arte socialista como se lo comprende generalmente, pero es un arte visible, que no abandonó ninguna conquista plástica. Las series de pinturas intituladas Constructores, Bañeros, Ciclistas, Homenaje a David, Los placeres del juego o Los pasatiempos, testimonian este deseo de acercamiento.
La obra de Léger es considerable. Trabajador incansable. Salvo durante los cuatro años de guerra en los que estuvo en Verdun, produjo, sin interrupción, pinturas, dibujos, esculturas, grabados, decoraciones para iglesias, para usinas, para hospitales, coreografías, coreografías y trajes de ópera, películas de vanguardia y una enorme cantidad de otros proyectos que llevan la marca de una fértil imaginación.
Fernand Léger, creador de formas desde hace cuarenta años, hermosa figura del arte francés contemporáneo, recibió de la joven Bienal de San Pablo su más alta recompensa. Todos los que conocen la obra de este maestro, la aplaudirán, pero les estará permitido lamentar que esta bella manifestación de arte en América del Sur no haya tenido este gesto desde su primera exposición. ¿No es él mismo quien dijo: “Más un artista aporta algo nuevo, menos es ayudado; lo miramos y lo dejamos morir de hambre”?