LE QUOTIDIEN
29 de Julio de 1955
LAS EXPOSICIONES: GRABADOS DE KANDINSKY EN KRAYD | FORTE EN PLÁSTICA | GOMEZ CORNET EN WITCOMB
Por Germaine Derbecq
Las Exposiciones
12 grabados de Kandinsky en Krayd
Estos grabados remontan a 1922, de la época llamada “geométrica”, cuando Kandinsky profesaba el “Bauhaus” de Weimar.
Él le aconsejaba en ese entonces a sus alumnos analizar los elementos de la naturaleza muerta a fin de componer, a partir de ellos, organismos nuevos, pero agregaba: “con una sola exigencia: expresar la vida interior”. ¡La vida interior! Ese fue el leitmotiv en la vida de Kandinsky, su único mundo verdadero. También les otorgó casi más importancia a los problemas artísticos del contenido que a los de las formas. Pintor de su época, expresa el “principio de la necesidad interior” —como decía él— con rigurosos recursos plásticos que se corresponden a sus exigencias espirituales, con una aguda sensibilidad y una imaginación para las formas de una enorme riqueza, adornado hasta el infinito de múltiples variaciones sobre los temas ofrecidos por su memoria visual excepcional. Es curioso comprobar que a través de las disciplinas, las metamorfosis, podemos siempre entrever en sus obras la emoción fundamental que guardó de Moscú, su ciudad natal. De la misma manera que podemos descubrir el orientalismo, el folklore, los íconos que maravillan sus jóvenes años transformados, transmutados, con los recursos más puros: la geometría, las metáforas musicales, el pensar matemáticos, sin jamás excluir la intuición y la emoción.
Las pinturas y los grabados de Kandinsky no son frías combinaciones de formas y de líneas abstractas, sino verdaderos poemas plásticos con preciosos mensajes, con un significado profundo, que tuvieron una enorme resonancia y una importante influencia en el arte contemporáneo.
Forte en Plástica
Desde sus primeras pinturas surrealistas en 1939, Forte demostró constantemente en sus obras la muy loable intención de liberarse de todo lo que no era exclusivamente plástico. Para esto, aceptó realizar no pocos sacrificios. El lirismo de las formas, los bocetos agradables y las composiciones pintorescas fueron remplazadas por una simple distribución de fondos lisos coloreados en los cuales integró los objetos.
No obstante, logra ahora hacer vibrar los colores saturados al máximo, dosificar convenientemente la progresión de su intensidad, a fin de llegar al mayor esplendor de uno de ellos, logra una mayor unidad, aunque tenemos la impresión, al mismo tiempo, que se dirige hacia un realismo bastante tradicional, lo que seguramente no estaba en sus intenciones. Esta técnica a la que Forte, con justa razón, le brinda todos sus cuidados se convirtió, ciertamente desde sus orígenes, sobre todo en un oficio más que en una técnica al servicio de una estética.
Ramón Gómez Cornet en Witcomb
Casi todas las pinturas de esta exposición son retratos. No son imágenes psicológicas, sino más bien imágenes pictóricas ejecutadas persiguiendo una especie de impresionismo de museo en el que se podría reconocer la influencia de ciertos retratos de Manet, y más cerca de nosotros, los de Derain en sus últimos años. No son entonces pinturas que buscan un estilo nuevo. Se conforman con la impresión de la naturaleza, con esquematizar un rostro, con recortar de alguna manera el claro tinte, con puntuarla con los signos coloreados de los ojos, de la boca, de los cabellos, sin atribuirle nada a los modelos o a las media tintas. Es un pintor seductor, refinado, con una técnica sabia e intenciones mesuradas. Pero en el que es difícil encontrar la “función creadora” y “las equivalencias plásticas” de las cuales habla el prólogo del catálogo.