GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

15 de Agosto de 1955

LAS EXPOSICIONES: BADIÍ EN KRAYD | ROSSI EN VAN RIEL

Por Germaine Derbecq


Las Exposiciones


Líbero Badií en Krayd


Con sus nuevas obras en aluminio y en bronce, Badií parece haber encontrado una expresión escultórica que está realmente en acuerdo con él mismo.

Enlaza, con autoridad, las formas que sugieren estructuras humanas, según ritmos que se responden, y de los cuales la hábil composición asume exactamente en los espacios y en los sólidos el lugar que tiene que ocupar y el rol que tienen que tener. Es que Badií conoce bien los recursos plásticos de la escultura y sabe jugar con ellos. La apariencia abstracta que nos propone es sobre todo una esquematización, todavía muy naturalista, en la que bastaría con agregar algunos volúmenes para encontrar los cuerpos en su totalidad.

La escultura en mármol, ejecutada con conocimiento en el oficio de la talla directa, oficio que Badií conoce bien, y con un sentido artístico muy seguro, se afirma en otro sentido. Las intenciones morfológicas en el juego contrastado de dos volúmenes son más puras.

En cuanto a las litografías que constituyen un importante álbum, editado por la Galería, son dibujos de los bocetos de sus esculturas, lo que permite seguir los serios estudios efectuados antes de realizarlas. Estos dibujos están agrupados de manera muy ingeniosa, conformados de acuerdo a la superficie del papel. Pero ese talento poderoso nos recuerda que son dibujos que esculturas.

El arte de Badií es profundamente sensual dentro de la elección de sus temas, y en su esencia. Es también muy inteligente por lograr la utilización y la transformación de las enseñanzas que recibe de todo lo que ve para su provecho. Sin ninguna duda, este excelente escultor tiene ahora a su disposición los medios para lograr la verdadera creación plástica.


Roberto Rossi en la Sala v en Van Riel


Las pinturas de Rossi son cadenas de manchas de colores muy agradables. Sin delimitaciones precisas; con solamente algunos valores más fuertes, o acentos de color más saturados y más vibrantes, fijando e inscribiendo la forma evanescente de una fruta o de un objeto; con una sucesión de “pasajes” que difuminan los contrastes que pasan uno al lado del otro, en el que los contornos se diluyen como si estuvieran ligeramente borrados. Delante de estas pinturas, pensamos en un Odilon Redon, que no sería simbolista. Es que la atmósfera irreal, apreciada por Rossi, no expresa sueños ni visiones, solamente objetos familiares, impresiones de paisajes. Es una obra puramente pictórica, complaciéndose con las variaciones casi sin temas, para el placer de jugar con bellos pasteles coloreados.

Este arte de emoción sensual, visibilidad sensible, que creó una dispersión de la forma y del color, logró adquirir una aparente unidad, pero al precio de sacrificios bastante arbitrarios. Si los colores, y particularmente los complementarios, manejaran el juego, el artista ganaría al liberarse de la presión de las formas naturalistas poco elocuentes, lo que le permitiría tener vía libre a las emociones sensibles coloreadas para lo que parecería estar particularmente dotado.


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