GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

2 de Septiembre de 1955

LAS EXPOSICIONES: VICTORICA, DANERI, SPILIMBERGO, SOLDI, CUATRO PINTORES DE LA COLECCIÓN ARENA EN VAN RIEL

Por Germaine Derbecq


Las Exposiciones


Victorica, Daneri, Spilimbergo, Soldi, cuatro pintores de la colección Arena en Van Riel


La colección Arena, exclusivamente compuesta por obras de artistas argentinos contemporáneos, es sin lugar a dudas única por su importancia numérica (150 pinturas y un gran número de esculturas) y por la calidad de sus obras.


Representa una época que fue la de toma de conciencia de la pintura en Argentina. Los cuadros de cuatro pintores que fueron liberados para ser presentados en Van Riel ilustran bien ese pasaje difícil —el de academismo caduco, de naturalismo que solo enciende una vulgaridad realista y un impresionismo corrompido —hacia un arte más vivo. Estos artistas utilizaron ciertos descubrimientos plásticos de las nuevas escuelas, con las que estaban más de acuerdo con el respeto por el pasado, ya que tanto unos como otros habían tenido una formación académica. Esta nueva savia afianza su tan real vocación y les permite encontrar el camino extraviado de la pintura.

Entre ellos, Victorica, el veterano, muy ricamente dotado, afirmó, con el contacto con las obras intimistas francesas, su personalidad, tallada de sensibilidad, de una intensidad particular. El don refinado que poseía para las modulaciones de valores y de colores le permitieron expresarse bastante profundamente por los únicos medios pictóricos. A su lado, Daneri, otra sensibilidad muy verdadera, pero más realista, más esclavo de la naturaleza, escudriñando, hurgando, pareciera, para descubrir más allá de las apariencias —esfuerzos desesperados que las masas, los retoques y los arrepentimientos atestiguan— que solo logró superar un oficio. Spilimbergo no se contentaba con experiencias pictóricas, buscó un estilo que su maestro, Lhote, le ayudó a encontrar. Un estilo con apariencia de museo que era, para él, una estética verdadera y cuyas cualidades de dibujante y aptitudes para las composiciones al estilo del renacimiento le aportaron el método.

Soldi, que es el más joven, realizó una obra realmente seductora, impregnada de italianismo renaciente, mezclado con cierto orientalismo. Buscando también su estilo, creyó encontrarlo en la esquematización, particularmente en sus cuadros de caballete.

Estos cuatro artistas le han hecho hacer un paso muy importante al arte argentino. Ellos no podían ir más lejos, porque había un espacio muy grande entre sus épocas y la nuestra. Ahora, las generaciones que vienen tienen que tomar consciencia real de los verdaderos destinos de la pintura y del arte.


Di Segni en Galatea


Estas pinturas sobre fondos negros son, según el propio Di Segni, escrituras automáticas. Por lo tanto, no busquemos dónde se encuentran las ideas, las intenciones plásticas, abandonémonos al placer de mirar esos arabescos y esas manchas agradablemente entrelazadas en formas caprichosas, tal como aparecieron en la oscura tela del fondo del subconsciente del artista que tuvo más que transcribirlas en un papel negro.

En la primera década de este siglo, la escritura automática designaba exclusivamente a los médiums en estado de hipnosis. Médicos imitadores de Charcot eran poseedores de estos dibujos, extremadamente inquietantes ya que no encontrábamos ningún conocimiento pictórico, plástico o artístico. Estos grafismos coloreados, de un oficio, a menudo muy preciso, expresaban bien la incoherencia de los sueños y también su poesía y su misterio.

Los artistas contemporáneos que practicaron el “automatismo” con éxito controlaban más adelante su entusiasmo onírico. En cuanto a los surrealistas de valor, sabemos bien que no se fiaban en el subconsciente. No obstante, es posible que sea aquí un medio válido para encontrar el instinto plástico asfixiado por los mecanismos demasiado precisos y las teorías demasiado estrictas; creo más bien en la eficiencia del trabajo tenaz y muy consciente.


Le Quotidien