GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

8 de Septiembre de 1955

LAS EXPOSICIONES: EL 5TO SALON NACIONAL DE GRABADO, DIBUJO Y MINIATURA

Por Germaine Derbecq


Las Exposiciones


El 5to Salón Nacional de grabado, dibujo y miniatura


Este Salón se realiza este año en las espaciosas salas del primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes, lo que es una ventaja para las obras que se van a exponer. A pesar de eso, el conjunto de esta exposición es lúgubre, la calidad artística es rara mientras que la habilidad manual abunda.

Estos Salones que deberían contribuir a formar el gusto del gran público —que es a quien se dirigen— logran a menudo muy mal su misión. La elección del jurado es sin ninguna duda una de las causas principales.

En este 5to Salón, un artista de excepcional valor formaba parte del jurado para el grabado. Sin embargo, tres premios fueron otorgados en esta sección a una aguatinta, a un aguafuerte y a una litografía que testimoniaban el deseo de renovación, de conocimientos muy reales y de un sentido artístico muy por encima de los otros autores. El Gran Premio del Presidente de la Nación recompensó obras mediocres. El de grabado fue otorgado a Rebuffo por una xilografía que testimonia con una cierta virtuosidad decorativa; el de dibujo, a Perazzo, por un crayón que no expresa más que una habilidad del oficio, una tiranía del detalle, sin ninguna vista del conjunto. Luego, el Gran Premio de Honor en grabado, a una xilografía banal de Adolfo Belloc. En cambio, el de dibujo, otorgado a una figura hecha con pluma de Carlos Benitez, es más significativo, ya que este artista es sensible a las relaciones plásticas.

En una pequeña sala reunieron los dibujos relacionados por espíritu. Los de Líbero Badií, Benitez, Forte, Garavaglia, Gnecco, Salas Molina, Rosario Moreno, Pierri, Pinisi, Ramos de los Reyes, Sturla y Valente. En la gran sala de grabado notamos particularmente los trabajos de Borghi, Gagliardi, Miranda, Mónaco, Pierri e Ideal Sánchez. En cuanto al premio de la miniatura, el del Presidente de la Nación fue otorgado a Ana López Wallace de Buzzo y el Gran Premio de Honor del Ministerio de Educación a Beatriz Massera de Jofre.


Raquel Forner en Bonino


Un importante cuadro, Apocalipsis, es el eje de esta exposición. Los grandes temas sedujeron siempre el talento de Raquel Forner. Continúa a traducir con la vehemencia que la caracteriza, aunque es innegable que desde hace algunos años que expresa sus convicciones filosóficas, sus revoluciones y sus desesperanzas por símbolos mucho más plásticos que en el pasado.

En este cuadro maestro, ella usa todos los recursos que conoce y no es necesario ver los estudios que le hacen gala a este enorme cuadro para saber que este Apocalipsis fue seriamente buscado y pensado.

Para contener los desbordes de su lenguaje romántico, empleó bastante sistemáticamente los grandes planos, las líneas de construcción aparentes, los personajes esquemáticos, el todo unido por los claros, oscuros, grises y negros, salpicados de algunos agresivos acentos de color. El motivo principal de La bestia, simbolizando las fuerzas del mal, es una especie de árbol calcinado y sangrante del cual la armadura sostiene la composición de la tela.

El talento de Raquel Forner, interferencia armoniosa entre sus visiones cósmicas de la realidad y sus recuerdos del arte en el pasado, compone obras que se imponen más que lo que persuaden, subyugan más que lo que convencen. El orden que se esfuerza por introducir es cada vez más una necesidad vital antes que una convicción. Esta lucha feroz, muy lúcida, que sostiene para mantener una realidad plástica testimonia el valor de esta artista.


Yadwiga en la Sala V


En este conjunto de pinturas de expresiones muy diferentes que presenta Yadwiga, podemos discernir su excelente intención de razonar la pintura. Encontró en Lhote un maestro que le brindó los medios eficaces para lograrlo. Su temperamento lo inclina a utilizarlos con un fervor intelectual. El intelecto es indispensable para expresar plásticamente las visiones interiores del artista o las de la naturaleza, pero el verdadero impulso de la obra se encuentra siempre en la intuición, las emociones del corazón del intercambio misterioso y profundo con las cosas.


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