GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

26 de Noviembre de 1955

LAS EXPOSICIONES: VEINTE PINTORES Y ESCULTORES EN VAN RIEL | BASALDÚA EN BONINO | GRILO EN KRAYD

Por Germaine Derbecq


Veinte pintores y escultores en Van Riel


Esta exposición es una de las tradicionales manifestaciones que marca el final del año artístico. Patrocinada por Ernesto B. Rodriguez, el eminente crítico tan dedicado a la causa del arte, tan ecléctico en sus tendencias artísticas. Los artistas figurativos representan, sin embargo, una mayoría imponente.

Estos pintores figurativos cuya actitud fundamental es la organización de la superficie del lienzo —algunos partiendo de la naturaleza, otros, al reunirse con ella, están a menudo muy próximos a la abstracción. Interferencia difícil. Les hace falta dirigirse hacia un Expresionismo “picassiano” o hacia un Realismo al estilo de Léger, o hacia un Fauvismo que puede conducir hacia la abstracción o hacia Matisse, siempre sin volver a hacer lo que han hecho otros brillantemente, pero solamente buscando encontrar un hilo conductor puramente plástico a través de las indicaciones de estos maestros o de sus escuelas.

Cuando se sigue de cerca las experiencias de artistas, participamos de sus dificultades, retenemos con alegría sus logros.

Venier está entre los que luchan sin vacilar para lograr una unidad. Hace falta reconocer que sus esfuerzos no son en vano. Tiene un sentido ancestral del estilo decorativo que no es muy habitual y posee un principio vital rico que le permite adaptarse fácilmente. Solo tiene que perseguir, siempre en profundidad, la idea plástica.

Forte es otro ejemplo de perseverancia y de valentía. Habiendo hecho sacrificios ejemplares, sin ninguna duda recogerá los frutos. Sus colores “suenan” ya muy diferentes, más pictóricos que antes. Las formas naturalistas que emplea frenan las libertades que podría permitirse. Julio Barragán tomó una nueva orientación que parece convenirle, el dibujo juega un rol importante. Luis Barragán se esfuerza, él también, en definirse por medio de formas silueteadas situándose por la intensidad del color y afirmando la profundidad del grafismo negro. Ideal Sánchez continúa desarrollando sus descubrimientos, algunas pistas indican que va a tener que tomar direcciones nuevas. Garavaglia, que se encerró en un sistema más que sometido a principios, lo va resolviendo difícilmente. Capristo se deja llevar por el placer de pintar, reacción posterior a años de complicaciones, esperando otro orden, que tenía que suceder necesariamente. Podemos también señalar las notaciones sensibles de Fernando Iraolagoitia, los cuadros de Manuel Moraña y de Febo Marti.

Luego, se encuentran las esculturas de Badií, que encontramos con placer. La fecunda, verdadera construcción fuerte, véase brutal, monumental, y el alto relieve —alusión a la danza—, formas espectrales, primarias, especie de estalagmitas, de grandes dimensiones. Es este, sin dudas, el verdadero estilo de Badií, lo mejor de sí mismo, cargado de fuerzas “elementales”, tan ricas como las formas sensuales y tormentosas de su última exposición. Además, están los ingeniosos andamiajes de estilo precolombino de Magda Frank, cuyo equilibrio es bastante satisfactorio para el espíritu. Labourdette envió unas cabezas que son obras antiguas. Testimonian su sentido de la iluminación, que es bastante extraño, aunque sea fundamental para las esculturas, pero no sabe sacar ventaja de ello. Modelador e intimista más que creador y constructor. Finalmente, Josefina Zamudio y sus interesantes bocetos.


Basaldúa en Bonino


Las pinturas de Basaldúa introducen a un ámbito más cercano al del decorado que al de la pintura. Ya sea en sus cuadros que representan casas porteñas, delante de las cuales de desprenden encantadoras y finas siluetas, o composiciones que agrupan agradablemente elegantes figuras, todo contribuye a dar esta impresión escénica, los gestos siluetados, las proyecciones de sombras dibujadas, una iluminación más que una luz pictórica, los colores neutralizados, el profundo contraste de valores oscuros y claros recortando las formas más que enlazándolas. Basaldúa fue el decorador oficial del Teatro Colón de 1932 a 1950 y, nos dice el catálogo, durante esos diez y ocho años, ejecutó casi la totalidad de óperas y ballets. No nos sorprendamos que el arte de este pintor se haya hecho sentir.


Sarah Grilo en Krayd


Las pinturas de Sarah Grilo son admiradas por todos por sus delicadas modulaciones y por sus cualidades pictóricas. Como ciertas naturalezas raras y profundas, están muy reservadas y no se entregan a todos los que vienen. Es cuando uno se pone a discutir tranquilamente con ellas que nos confían el secreto de su armonía, que no es el resultado de efusiones sensibles, manifestaciones de un instinto soberano o una espontaneidad lírica, sino que son las más inteligentes construcciones del espíritu.

Partiendo de circunstancias simples, probablemente de un color dominante, examinado bajo todos los aspectos, intensidad, valor, forma, movimiento, definiendo todas las posibilidades, Sarah Grilo las desarrolla con rigor y con fantasía a la manera de un músico que construye una fuga. Este juego plástico que conoce muy bien, del cual ella disfruta tanto, se convierte en felicidad profunda, expresión de ella misma, se desarrolla con simplicidad, sin grandes gestos, sin grandes destellos, pero con una firme seguridad y una suave persuasión.


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