LE QUOTIDIEN
20 de Octubre de 1953
GRUPO DE ARTISTAS MODERNOS EN LA GALERÍA KRYAD
Por Germaine Derbecq
Grupo de artistas modernos en la galería Kryad
En el mismo momento que el Salón Nacional de Artes Plásticas, se puede ver un aspecto totalmente diferente de la pintura y de la escultura con Krayd, con el grupo “Artistas Modernos”, integrado por cinco pintores y dos escultores.
Para comprender sus investigaciones, sería bueno recordar el manifiesto de 1930 en el que Van Doesburg decía: “Un hombre, un árbol, una vaca, son concretos en sus estados naturales, pero en sus estados pictóricos son abstractos, ilusorios, vagos, especulativos; sin embargo, un plano es un plano, una línea es una línea, ni más ni menos”.
Muchos van a estar sorprendidos de saber que los abstractos no son los que habían creído. Partiendo de ese manifiesto, pintores, escultores, arquitectos, a través del mundo, se han consagrado al arte concreto. En Argentina, es este grupo que ha adherido y particularmente Maldonado, Hlito, Girola, Iommi.
Podríamos decir: Maldonado el cerebral y Hlito el purista. Uno y otro aplican rigurosamente principios matemáticos, desarrollados según sus temperamentos. Lo que no implica monotonía ni repetición como lo creemos comúnmente, de hecho, esta disciplina no es obligatoriamente fría como solemos oír decir. Su sensibilidad, alejada de la sensiblería, es de una calidad más rara y más espiritual.
Maldonado no desdeña la búsqueda de bellos materiales, las yuxtaposiciones de colores raros, los opuestos vibrantes.
Hlito está a salvo de esas tentaciones. Una gran simplicidad del oficio, una completa renuncia a colores muy finos elegidos en función del conjunto, partícipe para realizar obras de una gran frescura de juventud y de pureza.
Sara Grillo tiene un temperamento de pintora que, instintivamente, encuentra el color exacto y la materia que le corresponde. Sus lienzos tiemblan ante la sensibilidad del color, sentimos que debe luchar permanentemente para disciplinar este don y asignarle el lugar que entiende que debe tener.
Fernández Muro organiza sus pinturas con rigor. Sus gamas de colores son muy refinadas y bellas, su técnica muy sabia. Sabe admirablemente llevar el brillo de un tono imprevisto sobre un punto vital de la composición. Por cierto, todos lo pueden hacer muy bien. No es para ellos un medio que aplican más o menos sistemáticamente, es el resultado de la elaboración de la obra. Gran diferencia para comprender, que hace que una obra sea válida y que otra no lo sea.
Ocampo tiene que luchar contra dones que son muy preciosos de poseer. Sin embargo, su inteligencia plástica le permite vencer estas dificultades.
Girola esculpe en el aire, los armazones, ligeros, se lanzan, florecen en formas inesperadas, sugiriendo volúmenes y profundidades.
Esta nueva concepción de la escultura es muy satisfactoria para el espíritu. Ya en 1920, escultores se habían preocupado por la escultura aérea; sus búsquedas pasaron algo inadvertidas.
Iommi es el benjamín del grupo, pero no por eso es el menos ilustrado. Conocedor de su oficio de escultor, así como de las posibilidades de los diferentes materiales que emplea, puede expresar con total libertad su comprehensión plástica.
Felicitemos a estos artistas por haber tenido el coraje de lanzarse directamente a la pileta sin haber tenido miedo de las consecuencias del agua fría o helada; sabían ciertamente que sería muy beneficioso para su salud, en este caso para la de su arte.
Trabajar de esta manera no podrá más que ser propicia para la edificación de grandes obras en las que la individualidad se irá perdiendo de más en más en una comunidad que bien podría ser generadora de estos testimonios de arte colectivo que nuestra época espera, y que es digna de tener, como lo tuvieron todas las grandes épocas antes que esta.