GERMAINE DERBECQ

LE QUOTIDIEN

6 de Junio de 1956

LAS EXPOSICIONES: ALONSO, FEKETE, BUCCI, DE LA VEGA, MIGUENS Y MINERVA

Por Germaine Derbecq



Las Exposiciones


Dibujos de Alonso en la Sociedad Hebraica


Alonso posee un don precioso: el sentimiento del espacio, lo que les otorga nobleza y una cierta fuerza expresiva a sus dibujos. Más vale no hablar de elegancia o de gusto que no son seguramente los objetivos que persigue.

Si bien su maestro fue Splilimbergo, su dios fue Picasso. El pintor contemporáneo sin ninguna duda el más conocido, pero también el mas incomprendido, según lo que dijo el célebre Pablo mismo. Es que, en efecto, innumerables admiradores se apoderan de las múltiples formas de expresión que descubrió, pero demasiado seguido sin profundizar en el sentido, sin penetrar en la esencia. Tal vez Alonso presintió que podría llegar a acostumbrarse. Intentó innovar, sin que sus tentativas lograran el objetivo pretendido, ya que producían muchas más sensaciones inmediatas, por consiguiente, fáciles, que un deleite plástico.


Fekete en Galatea


Desde que un grupo importante de la Escuela de París, llamado pintorescamente por Adolphe Basler “la Escuela del Trapo Graso”, usó y abusó de las ricas pinturas y de las suntuosidades coloreadas, sacrificando casi todo, haciéndole culto a la materia, muchos de los jóvenes pintores se entregan a juegos más cercanos a la cocina pictórica que al espíritu.

Fekete, que parece tener sobre todo esperanza en las virtudes de su buen oficio como escalón en el arte de pintar, se comprometió fuertemente en esta vía. A veces, prueba con las relaciones de las formas y las armonías, sin embargo, sin acordarles una importancia primordial. Sus pinturas también demuestran que posee verdaderas calidades de pintor, pero todavía no las invenciones del artista.


Domingo Bucci, Jorge L. de la Vega y Josefina Miguens en Bonino


De estos tres pintores, Domingo Bucci es el único que obtiene todavía inspiración en los aspectos del mundo. Para describirlo, toma prestado sistemáticamente, y con desenvoltura, los recursos técnicos —como ciertos contrastes muchas veces empleados por los cubistas y de los cuales el arte decorativo actual multiplicó los efectos—, recursos buenos en sí mismo, pero que se transformarán en una especie de trampa cuando no haya un ferviente diálogo entre ellos y el que los utilice.

Jorge Luis de la Vega eligió con decisión el camino de la abstracción. Está todavía sometido a influencias muy definidas, pero no busca disimularlas y demuestra, en sus pinturas, que tiene el sentido del equilibrio y de la armonía.

Las obras de Josefina Miguens testimonian una profunda admiración por ciertos pintores de Bauhaus, sus dones personales son a través de ellos muy evidentes. Logra con inteligencia identificar la búsqueda de un maestro, y gracias a una sensibilidad plástica muy sutil, logra acentos que parecen auténticos.


Minerva en Los Independientes


Minerva que tiene dones, que ama su arte y que trabajó mucho, no obtiene en sus pinturas la recompensa a la cual, en toda apariencia, debería tener derecho. Demasiada honestidad pictórica anula a menudo el efecto. Escuchamos las razones, no escuchamos la voz de su alma. Luego, el oficio y las técnicas se amparan del pintor y la estética no puede alejarse más. Es en hechos similares que percibimos la inutilidad de las enseñanzas del arte, los perjuicios causados por la preocupación del cuadro que hay que ejecutar, de la exposición que hay que presentar. Quisiéramos decirles a los artistas lo siguiente: “Busquen primero en el reino de la pintura y todo les será otorgado por añadidura.”


Le Quotidien