GERMAINE DERBECQ

GERMAINE DERBECQ: FRENÉTICAMENTE EN IR HACÍA DELANTE PARTE 2

"Blaszko o la constancia", Martín Blaszko: 15 años de escultura. Buenos Aires: Galería Lirolay, 1961

Por Germaine Derbecq


La obra de Blaszko es la expresión de una constancia, la verdadera, la que se aparenta a la fe. Fe en la escultura arquitectónica - principio, verdad en si, que un día le fue revelada, que iluminó su camino, a la cual se entregó cuerpo y alma, sin vacilaciones, con la serenidad del estado de gracia. Hace quince años que Blaszko pacientemente, prudentemente, obstinadamente, desarrolla una idea plástica estructural. Paso a paso, subiendo escalón por escalón: cuando creemos que se detiene, nos damos cuenta que un escalón más ha sido ascendido. Obra altanera, sin estremecimientos superficiales, obra que se enriquece profundizando siempre más las leyes universales, y solo ellas. Equivalencias, medidas, geometría, formulan más o menos todo: el desarrollo de los planos contestándose e interceptándose, el recorte del espacio por medio de ángulos minuciosamente estudiados, el lenguaje de los números exteriorizando las armonías.

Estas esculturas, sin sensualidad, especulaciones puramente mentales, no buscan componer con la luz, la luz no tiene porque dar vida, ni tampoco puede acariciar una carne que no existe. Planos y vacíos son ellos mismos su propia luz. Era imprescindible que una idea plástica se identificase con una fe para que, con tan pocos elementos, tan pocos pretextos, esa obra se desarrollara sin desecarse. Pero esto, también, la vuelve sospechosa para algunos. Eterno tributo de los que no se entregan a los desbordes románticos. Sin embargo existe un lirismo en estas esculturas que se podrían calificar de góticas por el alargamiento de sus estructuras y el espacio significado, y es aquí la paradoja y la piedra de toque, estas expresiones estrictas de la razón razonante, en profundo acuerdo con los razones del corazón.

Esperemos que nuestras ciudades se purifiquen, se embellezcan con monumentos de esta calidad, pues cada escultura de Blaszko constituye en si un monumento en potencia que los urbanistas deberían aprovechar.

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