GERMAINE DERBECQ: FRENÉTICAMENTE EN IR HACÍA DELANTE PARTE 2
“Una experiencia plástica exitosa conduce necesariamente al cuadro” en Alfredo Hlito. Buenos Aires: Galería Bonino, 1960
Por Germaine Derbecq
La ascesis que Hlito ha practicado durante años con su arte concreto, le permitió inventariar los medios plásticos y lograr una poderosa síntesis creativa.
No aceptó ser aprisionado por una disciplina, rompió las amarras teniendo por ángel guardián una ética plástica indudable.
Si erró por lo desconocido, lo hizo como el buscador de oro que indaga las arenas, e interroga a las pepitas la huella del filón precioso.
Sabemos que hay tierras supuestamente ricas, y otras que lo son en verdad...
Dentro del plano monocromo del arte concreto, medio provisorio de preservar la unidad, vino la modulación de los tonos.
A esta última, Hlito prefirió las modulaciones cromáticas más rigurosas, evitando cuidadosamente las formas grandes y cerradas que lo hubieran conducido nuevamente a los brillantes logros del planismo anterior.
Su idea clave fue la pequeña forma que origina la pincelada: forma en sí, puesta, superpuesta, yuxtapuesta, rimada, matizada, tonalidad y valor sugieren un espacio; esa pequeña forma resplandeciente de luz, permite a Hlito realizar pinturas que son como un bloque; ideas mayores y secundarias, tan unidas, no toleran ningún vacío, ninguna falla.
Lo habéis adivinado: Hlito es un espíritu clásico.
- Y bien – dirán algunos – , ¿acaso es esto suficiente para armar tanto arullo y ponerse a gritar: “Vengan a ver”?
Si yo fuera Paul Valéry respondería: “Si alguien me interrogase sobre mi noción de lo sublime, contestaría que me lo represento simplemente como la naturaleza de un hombre que goza de buena salud y piensa”.
- ¡Y qué! – Dirán otros – , ¿dónde se esconde el alma de todo esto? ¿Y dónde el subconsciente, y el estado mágico y las potencias ocultas, y la subjetividad de las formas interiores?
Y si yo fuera Mallarmé contestaría: “He conocido por fin la belleza sin pretextos que estaba esperando sin saberlo. Todo reposa aquí sobre la encantadora virtud del lenguaje”.
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